Cada 22 de agosto se celebra el día mundial del folclore, en reconocimiento a William John Thoms, quien acuñó el término en esa misma fecha pero en 1846. Thoms designó Folclor como una forma de expresar las manifestaciones que dieran cuenta del “conocimiento del pueblo”.

Eso quiere decir, en palabras escuetas, que el folclore es el conjunto de canciones, costumbres, creencias y elementos inmateriales de un grupo humano. Esta acepción es tomada sobre todo por la academia desde la antropología, la cual estudia, entre otras cosas, las creencias, y formas de vida de los pueblos, es decir su mundo cultural.

El término folklore, proviene de la conjunción entre la palabra anglosajona folk, que significa pueblo, y lore significa saber o ciencia. Juntas, de acuerdo con su creador, define las costumbres, culturas, conocimientos, canciones, dichos, creencias, música, danza, y demás de un grupo social específico que va transmitiendo estas tradiciones de generación en generación.

Sin embargo, la brecha entre el folclore y, por ejemplo, la cultura popular y las tradiciones vivas de un pueblo se hace demasiado delgada como para tener claridad sobre lo que el folclore significa. Por eso consultamos con Esperanza Biohó Perea, una destacada investigadora de las culturas tradicionales y ancestrales (especialmente afro) quien aclaró un poco el panorama alrededor de esta palabra.

¿Qué se entiende por folclore desde la mirada académica?

El folclore denota las manifestaciones culturales compartidas por un grupo particular de personas, el cual abarca desde las tradiciones comunes a esa cultura, subcultura o grupo. 

Eso incluye tradiciones orales como cuentos, leyendas, proverbios, chistes, música tradicional y cultura material, que va desde el saber hacer de objetos tradicionales como por ejemplo el sombrero vueltiao hasta los juguetes hechos a mano. 

De acuerdo con la acepción académica, el folclore también incluye las tradiciones, las formas y rituales de las celebraciones como la Navidad y las bodas, las danzas folclóricas y los ritos de iniciación.

Más aún, a lo largo de los años se ha entendido que el folclor no es algo que se pueda aprender a través de un currículo escolar formal pues se trata de tradiciones que se transmiten de manera informal de un individuo a otro, ya sea a través de la instrucción verbal o la demostración.

“El día mundial del folclore es un reconocimiento que hace la Unesco desde su cúspide en París, y es una iniciativa interesante. Es positiva en tanto da la oportunidad de visibilizar las manifestaciones culturales tradicionales, y los inventos populares como las fiestas y carnavales”, explicó Esperanza Biohó Perea, danzarina, coreógrafa, investigadora y directora de la Fundación Cultural Colombia Negra.

Sin embargo, para cultoras como Esperanza Biohó, el término folclore es una definición con la que hay que tener especial cuidado, pues puede convertirse en una acepción reduccionista que no hace honor a los patrimonios inmateriales, o patrimonios vivos que son donde realmente reposa la cultura tradicional colombiana.

“El término folclore parece inventado para disfrazar de cultura menor las tradiciones, y es un término que pone en desventaja a las tradiciones culturales y expresiones artísticas vivas. Es como si el término de cultura o de arte se reservara solamente a algunas prácticas de la cultura eurocéntrica, como la ópera, el ballet, la música clásica, etc”, aseguró Biohó Perea.

Para la cultora, la palabra folclore debe ser tomada con pinzas, pues trata a la cultura étnica y tradicional como si fuera una forma mínima o menor de cultura, por lo que ella prefiere denominar mucho de lo que se refiere por folclore como prácticas culturales ancestrales y tradicionales vivas. 

“Cuando decimos folclore, aludimos a prácticas muertas, muchas veces realizadas por personas que imitan expresiones del pasado que ya no están presentes en la cotidianidad de los pueblos. Si bien es cierto que académicos y cultores la defienden a pesar de tratarse de expresiones vivas, manifestaciones del pueblo, y distintas formas de vida y prácticas que se mantienen en el tiempo”, agregó la directora de Colombia Negra.

Entonces ¿qué no es folclore?

Para Esperanza Biohó, en contraste con los académicos, lo que no es folclore son las prácticas vivas. Por ejemplo, explicó la cultora, el currulao no es folclore porque “si usted se va a Timbiquí, Guapi, Tumaco, los mayores todavía hacen sus fiestas de marimba, y continúan su tradición”.

Caso contrario puede ocurrir con las fiestas o carnavales donde se rememoran ciertas danzas y manifestaciones culturales del pasado que en realidad solamente aparecen durante fechas específicas.

Así, cuando se llama folclore a las prácticas vivas, argumentó la investigadora, se torna discriminatorio y alude a la cultura tradicional y ancestral como una forma menor de cultura, mientras que las expresiones folclóricas son, para ella, aquellas que ya no se viven en la cotidianidad de los pueblos.

Esto, destacó Biohó, permite por ejemplo que los recursos del Estado se concentren en las manifestaciones culturales occidentales, a las cuales se les asigna mucho más presupuesto que para las tradiciones ancestrales, por lo que a quienes las mantienen vivas les cuesta mucho más trabajo, por ejemplo, mantener escuelas de formación de las expresiones culturales ancestrales que a las occidentales europeas.

Fuente: Señal Colombia