Seamos los servidores del amor
y jamás sus contables
– Félix Grande –
El amor cuenta. Cuenta cuentos. Cuenta cuántas y cuántos. Y también cuenta cuánto.
Los dichos populares afirman que la plata no compra la felicidad, pero la acerca; que el amor no come caricias, ni bebe besos ni viste versos. La música de despecho canta la traición por alguien con más dinero y las novelas dramatizan la fantasía de riquezas enredándose con millonarios personajes. Tales suposiciones plantean al amor como industria, donde se pierde y se gana con acciones (no sólo las de hecho), que fortalecen el comercio masivo.
¡Me vale!
Evaluemos algunos costos de una conquista. Ahí apostamos de acuerdo con los logros propuestos por el objetivo inicial, enamorar al otro, y que luego toma matices más terrenales, ‘estar’ con el otro. “El costo es el recurso que se sacrifica o se pierde para lograr un objetivo específico”1 . Como las relaciones de los tipos de costos pueden darse simultáneamente, revisemos su interdependencia según unos elementos de costeo puntuales.
Objeto de Costo: “Noche Especial” |
Costo Directo | Costo Indirecto |
Costo Variable | Condones | Propinas |
Costo Fijo | Invitación a salir | Motel |
A la vez, el comportamiento del costo es variable o fijo en relación de los cambios totales en el tiempo. En el ejemplo, la cantidad de deseo por explotar en la intimidad y el lugar (y parqueadero) que visiten, fluctuarán los costos considerablemente; la invitación a salir y la pieza por usar, tendrán un costo mínimo por pagar.
¿Y si le resulta la compraventa? ¡Su capital de riesgo es efectivo! Disfrute las ganancias del negocio que lo sacó de la quiebra. ¿Y si el retorno de la inversión da pérdida? A lo sumo obtendrá un barato “Eres especial, nunca cambies… T.Q.M.”. Ahorre nuevamente para que le digan lo mismo, si no modifica su plan económico.
Más costos arroja el noviazgo. Éste implica que los elementos considerados anteriormente (y otros tantos) deben ser nada menos que iguales para seguir con los logros del objetivo, reevaluado de acuerdo con las expectativas de los dos (¿y con más?).
Es claro que la relación se fortalece tanto cuanto amor haya en ella. Y si amor es conocimiento y aceptación, implica tiempo (el costo más valioso); mientras pasa, se necesitan recursos. Entonces, amor y tiempo se convierten en variables imaginarias (habrían más) de una ecuación que requiere una imprescindible constante real: dinero. En el noviazgo: comunicación, transporte, cine, comidas, bailes, moteles, prendas, paseos. En el matrimonio: casas, enseres, empresas, carros, terrenos, prestigio, apellidos. Como fin o como medio, el dinero (en mayor o menor medida) también alimenta la relación.
1 Contabilidad de Costos: un enfoque gerencial. Horngren Charles, Foster George y Datar Srikant. Pearson Education, México, 2002. Décima Edición.