La extraña forma en la que el jugador pasó de ser una estrella de la NBA a no ser querido por ninguna franquicia.

Por: Jonathan David Tangarife Quintero.

Ben Simmons actualmente es uno de los bases con los que pueden contar los Brooklyn Nets. En su paso por Philadelphia, era emocionante pensar lo que iba a terminar siendo como basquetbolista, ahora, inquieta saber si se acerca el final de su carrera, con apenas 26 años.

En una columna anterior mencioné que le dedicaría un espacio al tema de Ben, ya que es uno de los casos más únicos, negativamente hablando, que han pasado por la NBA. Así que aquí vamos:

El jugador australiano tiene unas condiciones físicas admirables, con 2,08 metros de estatura y pesando 109 kg, se desempeña muy bien como base y como ala-pívot, dos posiciones que, irónicamente, suelen ser totalmente opuestas. Fue elegido en el puesto número 1 del draft del 2016 por los Philadelphia 76s (aclaro que el draft es el espacio celebrado anualmente en el que las franquicias eligen a los jugadores novatos para la temporada en curso), y prestó sus servicios en los Sixers hasta el 2022, consiguiendo un contrato que le permite obtener más de 30 millones de dólares por temporada (hasta el 2024).

Después de promediar 16 puntos, 8 asistencias y 8 rebotes, y luego de haber sido elegido como rookie del año, de haber sido 3 veces All-Star, de haber estado 2 veces en el mejor quinteto defensivo de la NBA y de haber liderado la liga en robos durante la 2019-2020, su salida de la franquicia de Philadelphia acabó siendo forzada por el australiano (quien acusaba problemas de salud mental), negándose a participar en entrenamientos y en partidos durante la temporada 2021-22, hasta que se le cumplió el deseo y fue traspasado a los Nets (junto a Seth Curry) a cambio de ‘La Barba’ James Harden y Paul Millsap. Pero, ustedes se preguntarán, si todo iba tan bien, y si se estaba consolidando como una estrella en crecimiento, ¿qué fue lo que sucedió?

Durante la temporada 2020-21, los Sixers se toparon con los Atlanta Hawks en la segunda ronda de los playoffs. Fue una serie increíble, que se acabó definiendo en el séptimo partido y que incluyó una remontada histórica de 26 puntos por parte de los Hawks en el juego 5; encuentro en el que Ben Simmons ‘se ganó’ el odio eterno por parte de la afición de su exequipo. En aquel enfrentamiento, Simmons falló 10 de 14 intentos a canasta y, en general, solo anotó el 34 % de sus lanzamientos en toda la serie. Además, hubo varios tramos en los que, por temor, no atacó hacia la canasta teniendo toda la ventaja para hacerlo. Finalmente, fue el principal apuntado en esa dolorosa derrota y, desde entonces, nada volvió a ser igual. Luego de esa situación vino todo lo que les comenté anteriormente.

Ahora bien, vale la pena incluir lo que ha sucedido durante su estadía en Brooklyn. El 10 promedia 7 puntos, 6 asistencias y 6 rebotes en 42 partidos disputados: cifras irrisorias si las comparamos con las que tenía en Philadelphia. Y, como si fuera poco, se ha perdido 26 partidos, acusando molestias en su rodilla izquierda. Realmente se nota una diferencia enorme entre el Simmons de antes de lo acontecido contra los Hawks, y el Simmons de después de presentarse dicha situación. Ben ha demostrado en la cancha que prefiere mil veces pasar la bola, que atacar canasta: le da pánico intentar anotar, ya las defensas rivales ni se molestan en marcarlo. Es muy triste.

Este caso revela cómo puede calar en la mente de alguien las críticas tan duras y la desaprobación tan radical como la que recibió (y sigue recibiendo) Ben Simmons. La salud mental no es un juego y no todos son tan fuertes mentalmente como para hacer caso omiso a insultos, abucheos y críticas en general. El daño que la afición de los Sixers le generó a Simmons parece irremediable. De igual manera, espero que, por su bien, no sea así.