Por: FDI – Gerenciadora de Inversiones.

Desde el inicio de las cuarentenas provocadas por la pandemia de Covid-19, se ha observado un fenómeno que merece atención, pues ha desatado un mar de nuevos inversores independientes que, autogestionados, navegan las aguas de las finanzas personales.

Aquellas personas que gestionan sus propias inversiones suelen utilizar los conocidos discount-brokers, mayormente en los EE.UU. y Europa. “Este tipo de entidad financiera tiene la gran ventaja de brindar a sus clientes acceso directo al mercado y permitir operar activos financieros con costos y comisiones nulos o muy bajos, sin la intermediación de asesores/vendedores que no agregan valor”, sostiene Mariano Sardáns, CEO de la gerenciadora de patrimonios FDI.

Los discount-brokers son similares a los brokers tradicionales en su estructura, pero al evitar a los comerciales, permite que los inversores, o nuevos inversores independientes, realicen operaciones de compra/venta con comisión cero para varios tipos de títulos, ínfimas diferencias de precios en la compra y venta de bonos, así como la bonificación del costo de muchos servicios financieros.

Ahora bien ¿cuál es el mayor desafío para quien se autogestiona? Sardáns sostiene que reside en saber o dar cuenta de cómo debiese estar estructurada su cartera o portafolio de acuerdo a sus objetivos, necesidades de liquidez y particularidades patrimoniales, fiscales y familiares. La tarea se vuelve más difícil al momento de tener que elegir una opción, entre muchas alternativas, que sea superadora y que  contribuya a incrementar la rentabilidad, liquidez, reducir costos al mínimo posible, así como también reducir impuestos”.

La realidad es que estos inversores se dieron cuenta que realizar operaciones mediante el pago de una comisión por comprar o vender un título y otros costos financieros a un supuesto asesor -que en realidad es un vendedor de productos/servicios financieros ansioso por alcanzar sus objetivos de venta-,  ya no les agrega valor. Eventualmente, buscan un asesor profesional con intereses alineados. Es decir, que sólo cobre honorarios pactados con el propio cliente y no comisiones o retornos de ningún tipo.

Si bien todo pareciera estar en condiciones para que cada inversor pueda hacerse cargo de los movimientos que cree más conveniente a su portfolio, las emociones pueden jugar una mala pasada. En este punto, el experto internacional sostiene que “el factor emocional es muy importante en el gerenciamiento de activos, ya que las decisiones no deben tomarse de forma apresurada y sin analizar el mercado. Una de las principales funciones de un asesor es ayudar a tomar decisiones razonadas y bajo fundamento técnico. Es decir, evitar tomar decisiones “emocionales” que puedan afectar gravemente a su propia cartera. Más aún los inexpertos, que a su vez necesitan entender los pro y contras de cada instrumento financiero, sus versiones, costos ocultos y hasta sus consecuencias tributarias, tanto en el país donde invierten como en su país de residencia”. En definitiva, que sepa prepararlo para lo peor, esperando lo mejor.

Pero poder operar a costo cero o casi nulo es un gran logro y un inmenso ahorro para los inversores, en perjuicio de las entidades financieras. Un “gustito” al cual los inversores ya no quieren resignarse.