Tierra, aire, fuego y agua. Ancestros que han permanecido en ese lugar desde 1636 y que fueron víctimas de esclavitud, de violación, de despojo de su bienestar, de violencia sistemática y de racismo. Un sentir que, para Francia Elena Márquez Mina marcó su ruta, su norte, su andar en el terreno político. Un sentir que se convirtió en su respirar diario, en una lucha constante contra su mayor enemigo, la explotación de la tierra, y con la tierra, la deslegitimación de sus hermanos y hermanas afrodescendientes.

Francia Márquez nació en la vereda Yolombó, un corregimiento de Suárez al norte del departamento del Cauca. Un territorio que ha sido víctima de la explotación minera, de la violencia del conflicto armado interno en Colombia, de pobreza extrema y de racismo sistemático estatal. En 1982 nace esta lideresa social y comunitaria, quien desde pequeña sintió gran cercanía por la naturaleza, al desvelarse pescando en el gran río Ovejas. Allí, a sus 15 años, tuvo sus primeros pasos en la política. Según BBC, “participó en una acción colectiva de niños, jóvenes adultos y líderes mujeres para evitar la desviación del río (…) hacia una represa que ya había causado un negativo impacto ambiental”. 

Su lucha en contra de la minería ilegal la acompañaría a lo largo de toda su adolescencia y juventud, por lo que su ánimo de proteger los Derechos Humanos, los Derechos Ambientales y el poder ancestral de su territorio, la llevaron a estudiar Derecho en la Universidad Santiago de Cali, donde estudió muchas veces sin poder comer, porque según le narra a María Jimena Duzán, en su podcast llamado ‘A Fondo’, “uno coge un transporte para la universidad, o decide perderse el día de clase para poder comer. Es la realidad de muchas y muchos estudiantes en el país, por eso hay tanta deserción”.

Desde su juventud emprendería su camino político, donde se convertiría en una lideresa social y comunitaria. En su recorrido fue, desde el 2014 hasta el 2016, representante legal del Consejo Comunitario de Comunidades Afrodescendientes del Corregimiento La Toma. En el 2014 fue desplazada por la extinta guerrilla de las FARC-EP, lo que le dio un aval para presentarse como víctima en la mesa de negociación de la Habana, Cuba, en el marco del Proceso de Paz Colombiano.

En el año 2018 fue candidata al Congreso de Colombia, por el Concejo Comunitario del Río Yurumanguí, con alianza al candidato presidencial de ese entonces, Gustavo Petro; y, según el portal web AS Colombia, en el año 2019, sería víctima de un atentado con armas de fuego y explosiones de granada en el departamento del Cauca, junto a otros y otras activistas.

Francia Márquez, que ha sido ganadora del Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos en Colombia en el año 2015, y al Premio Medioambiental Goldman (el nobel de medioambiente) en el 2018, anunció en agosto del 2020 que se lanzaría a la presidencia de la República de Colombia, donde comenzaría un activismo más osado, más estructural y con mayor visibilización nacional.

Ella, serena y con una postura feminista y apacible, ha cautivado a distintos grupos comunitarios alrededor del país, y por eso ha denunciado públicamente su descontento ante la constante invisibilización a la que ha sido sometida desde su candidatura, donde se le invitó a último momento al primer debate presidencial del 2022, que organizaron la revista Semana y el diario El Tiempo. También, asegura El Espectador, ha sido invisibilizada en la nueva sección de Noticias RCN en la que se llama a un candidato y le preguntan con quién se aliaría y con quién no, en caso de un segunda vuelta, donde su nombre no ha aparecido.

Una mujer valerosa que propone un Gobierno CON y DE los pobres, no para ellos. Un Gobierno que se pueda armar desde cero con los territorios, las comunidades indígenas, afro y minorías, para generar así un verdadero cambio en la forma de gobernar el país que, según ella, ha hecho por décadas “que se enriquezcan con la violencia, el hambre, la miseria y el destierro (de las y los colombianos)”. Según José Arnulfo Bayona, “el pacto que ella concibe es para cambiar de raíz la política de muerte, que debe  estar integrado con los pueblos azotados por la miseria, la pobreza, el desempleo y la marginalidad”.

“Le decimos a Colombia que vamos a proponernos pasar la página. Esa página de la muerte, del despojo y del destierro, para comenzar un camino posible para nuestros hijos e hijas, para los renacientes, para los niños y niñas que en este país puedan andar y sonreír con alegría” según Albero López de Mesa en su columna para El Espectador titulada “Francia Márquez, lúcida obsidiana”.

A sus 15 años quedó embarazada del primero de dos hijos, justamente por desconocimiento de la vida sexual, por lo que propone la legalización del aborto con un ideal de respeto a la mujer y de proteger la vida y salud de muchas que no desean traer una hija o hijo al mundo, pero ojo, ella afirma que ningún hombre puede hablar al respecto… esté a favor o en contra. Ella, quien asegura que se deben de legalizar las drogas como apoyo a los agricultores, quiere de esta manera acabar con el problema del narcotráfico y la guerra en los territorios donde se cultivan los insumos para ello. La lideresa y abogada desea progreso con una vía pacifista, ambiental y una mirada hacia el futuro, con propuestas para una educación gratuita y de calidad desde el preescolar hasta la universidad.

Esta candidata presidencial, con una “intachable” hoja de vida política y personal, a quien no se le han encontrado, hasta ahora, nexos corruptos con algún político u empresa, genera confianza entre sus simpatizantes. Cuando quiso lanzarse a la candidatura para el Congreso, le ofrecieron financiar su campaña, para lo que se negó rotundamente con el ideal de no querer deberle favores políticos a nadie, favores que se traducen en la forma de hacer política tradicional desde hace tantos años, sinónimos de la corrupción que tanto desangra al país.

Ella, limpia y con dignidad, es una mujer empoderada de sí misma. Su pasión no le permite tener maquinarias o deber favores. Una mujer que, a punta de pulso, de voluntariado por parte de sus simpatizantes, de una vaki para lograr su postulación como candidata presidencial, de lograr llegar a los territorios para alzar su puño en favor de una nueva política incluyente, quiere darle un vuelco histórico a Colombia. Sí, ella… sin tapujos y sin corrupción susurrándole al oído, con dignidad y empoderamiento. Una mujer echada pa’ elante’, que alza su puño en pro de un cambio real. La vocera de la comunidad genera amor propio y genera, ante todo, una revolución social que tanta falta le hace a Colombia… la del levantamiento de los de abajo para acallar a los de arriba. Por eso, y mucho más, quiere llegar a ser presidenta de Colombia.

Pero, dejo a discusión del/la lectora… ¿tendrá Francia Márquez buena capacidad para gobernar? Entra en debate el recorrido político que, aunque ha sido amplio como lideresa y ha ocupado puestos importantes en los territorios, no se ha desempeñado como una alcaldesa o gobernadora, generando así un desacierto en su capacidad de administrar realmente un país con 50 millones de habitantes, con problemas serios de corrupción y un conflicto armado interno que genera un sinfín de problemáticas sociales, y cito aquí a una gran amiga y abogada de profesión, María Ruth Lozano, quien afirma que “ser un/a gran lideresa social no necesariamente te da las capacidades para administrar o gestionar recursos, políticas e ideas, y mucho menos en un país tan dividido como lo es Colombia”.

Quizás por esto mismo es que no ha caído en la manzana roja del pecado de la corrupción, porque no ha ocupado un cargo que realmente se vea inmiscuido en un lago de corruptos, donde su balsa no se sabe si se podría remar con una sola mano, ya que con la otra está empuñando sus ideologías… y ojo, que ningún hombre venga a intentar ayudarla a remar, así sea de buena fe, porque ella puede sola, y sola destruirá el patriarcado.