La construcción de mi mundo a partir de un beat.

Por: Mar Márquez

Los rayos del sol entran por la ventana. El sol marca la finalización de un tiempo y el comienzo de otro. Todo alrededor tiene un silencio ensordecedor, en un mundo sin colores.

También te puede interesar: ¿Cuál es el problema de Colombia?

De repente, una melodía empieza a sonar y mi corazón, que estuvo quieto por mucho tiempo, empieza a moverse al ritmo del beat. El mundo explota en fracciones que se convierten en colores maravillosos y extraordinarios. Y, casi sin darme cuenta, todas las fantasías que se encontraban guardadas en el fondo de mi alma, almacenadas en un baúl, salen. Las pesadillas se convierten en sueños y las lágrimas empiezan a brotar, porque cada nota, cada sonido, se convierte en una estrella que construye el nuevo cielo bajo el cual yace mi mundo.

Ahí es imposible recordar el pasado gris. Hay tantos matices, que me llenan el alma. Este es un espacio donde los sentimientos bailan, donde el presente se tambalea entre letras y los suspiros se convierten en primavera, con un toque de amarillo nostalgia y alegría; donde la vida parece más simple, más amada. Donde el verano nos toca los corazones con fuegos abrazadores y los tiempos de silencio son los justos.

El mundo existe, pero el de mis ojos, se construye, se besa. Continúan los días deverano con un beat fuerte que sacude, y luego llegan los días de invierno, cuando las letras acompañan las lágrimas.

Aún no sé cuántos colores tiene mi mundo, pero solo espero que los atardeceres se mantengan dorados como el amor y la luz del día que se abre paso entre los árboles, y como la risa que rompe con la tristeza.

También te puede interesar: ¿Por qué en la adolescencia nuestro cuerpo mental se llena de heridas?