Nacida en Manizales en 1922, la autora ha publicó innumerables poemarios, desde 1946.

Maruja Vieira, poeta… el título mismo con el que el mundo de las letras la conoce, poeta, le inspiró a la autora un verso. Y cien versos fueron compilados en su página web, marujavieira.com, con motivo de su centenario de nacimiento, bajo el título 100 años, 100 poemas. La poetisa murió en las últimas horas en Bogotá. 

Si hay rasgos comunes en estos textos seleccionados es la brevedad, la sencillez a la hora de transmitir imágenes y sentires, en algunos hay una cotidianidad suavemente retratada, como el que le dedica a su hija, Ana Mercedes Vivas, cuando posiblemente era aún una niña.

Transcribimos a continuación cinco de sus poemas, que ilustran el carácter de la autora.

Tus cartas

Sólo tengo tus cartas,
pero tener tus cartas
es dulce en esta niebla.

Es como andar contigo
por las calles
y decirte: Este parque
me vio jugar de niña;
esta casa fue nuestra.

Tus cartas solamente, no tus manos,
ni el color de tus ojos, ni tu frente;
pero con qué alegría
te estoy diciendo ahora
que mi ciudad es clara de azaleas,
alta y llena de nubes y de torres
y que te amo en ella!

Como el partir de un barco

Ya todo está más claro.
Como la tierra después de la lluvia
son los ojos después de las lágrimas.

El viento hace cantar una vez más los árboles,
pero en la madrugada
tienen distinta voz las antiguas campanas.

Partió un barco. El ancla la levaron
las manos más amadas.

Era un mar transparente, rumbo y ola,
donde flotaba un suave rostro pálido
y una playa del tiempo
que se quedaba atrás, con nuestro llanto.

Que se quedaba con nuestro silencio,
con nuestra música olvidada y quieta,
con los libros cerrados, con los cuartos vacíos,
con esta soledad que nos asalta
cuando despierta el día sobre lechos intactos.

Las horas vuelven otra vez, iguales.
Todavía hay caminos con rosales y pájaros.
Los niños ríen en la calle
y los viejos martillos clavan maderas nuevas.

La muerte en nuestra casa cumplió su fiel palabra.
Todo fue tan sencillo como el partir de un barco.

Ana Mercedes y los libros

Un libro y otro libro
ruedan por las alfombras.

Tus pequeñas manos
destruyen el orden,
dejan vacíos los anaqueles
y los libros
caen rodando por el suelo.

¡A nadie menos que a François Mauriac
tienes ahora prisionero!

Dante Alighieri mira desde un rincón
y pierde algo de su adusto ceño.

Estás envuelta en un río de letras,
en un torbellino de poemas.

Mariposas azules vuelan,
ángeles y demonios de Doré
te rodean.

Y tú ríes…tu risa
es una campanita de oro
que anuncia la poesía,
toda la poesía de la tierra.

Para ti no hay palabras

Hay sólo mudas páginas en blanco
y este lento caer de las manos inútiles,
que olvidaron y hallaron letras, sueños y árboles.

Hubo palabras antes, cuando el mar,
cuando el grito luminoso de los últimos faros.

Para ti sólo hay tiempo, no hay palabras
y el tiempo es infinito ahora que te amo.

Dirección desconocida

El sobre dice:
A Maruja Vieira, poeta!
Habrá que devolverlo
con un letrero grande que diga:
DIRECCIÓN DESCONOCIDA
Entre un reloj y un calendario
muere crucificada
la poesía.

El Tiermpo.