Ser parte de una sociedad es una constante indignación y protesta. No sólo en Colombia, cada país tiene sus problemas…. pero es que en el extranjero sí suceden cosas cuando la gente sale a la calle furiosa.

En Italia, Rumanía y Suiza los comerciantes protestan contra el cierre de las actividades económicas por la pandemia; enfrentándose contra las autoridades, lanzando objetos, rompiendo botellas y atravesar barreras para dejar en claro que los cierres los están dejando en quiebra. En Rumanía llevan 7 días de protestas.

Varios manifestantes en ciudades del Reino Unido salieron a las calles para mostrar su inconformidad contra un proyecto de ley que daría a la policía de ese país más poderes para frenar las protestas… como quien dice: suprimir más la libertad de expresión.

El sector cultural de Francia también puso el grito en el cielo, protestando a pecho descubierto frente al Ministerio de Cultura en París por el cierre prolongado de locales culturales: sin trabajo y sin futuro.

Esto pasa en el otro lado del mundo, sin contar con todas las demás que pasan en Latinoamérica (que no tienen mucha cobertura o mención porque las censuran o reprimen).

¿Y cómo estamos en Colombia? Bien, gracias. Bajo un gobierno sordo, mudo y ausente.

La represión y la costumbre

Aquí en Colombia nos sobran los motivos para protestar: asesinatos, masacres, corrupción, delincuencia, pobreza, desempleo, falta de educación y ahora una Reforma Tributaria adornada en un nombre de labia barata llamada: Ley de solidaridad sostenible.

Pero, en Colombia no pasa nada no porque la gente no proteste o no se sientan inconformes; evidentemente hay mucha indignación de buena parte de la población (dejando de lado a quienes votaron para vivir voluntariamente bajo este mal gobierno o no votaron).

Aquí no pasa nada porque predomina el miedo, la resignación y la costumbre: miedo porque cuando salimos a las calles nos matan, nos sacan ojos, nos desaparecen y nos silencian; de ahí, como nadie quisiera ser asesinado o herido, nos resignamos a callar rápido y a indignarnos de una forma ‘menos violenta’ para todos… otros sólo olvidan o se desentienden de su realidad y deber de escoger un buen gobierno. Y al final es costumbre, un ciclo constante que no tendrá fin hasta que el bien colectivo esté por encima del individualista.

Nos enojamos, manifestamos, nos amenazan, nos callan y así sucesivamente…

El deber

Para los próximos 9 y 28 de abril convocaron a protestas y un nuevo Paro Nacional para manifestarse en contra de la Reforma Tributaria que busca aprobar el gobierno. Sería ideal que después de casi año y medio con una pandemia y crisis sanitaria, económica, social, cultural y política, pudiéramos manifestarnos. Ha sido un tiempo devastador.

Sin embargo, ninguna protesta sirve de raíz si no se vota bien, si no se le exige al gobierno un buen mandato; si eres nacional pero no compatriota al sobreponer tus conveniencias y privilegios. Cuando no se encuentra un punto medio para el bien de la población.

El cambio de un país comienza por uno mismo, pero tú no vives sólo en este país… haz que pase algo por el bien de todos.

¿No están cansados de que no pase nada?