
Por: Diosa.
El 70% del contenido decente que se puede acceder legalmente en televisión o en cualquier plataforma de transmisión disponible dentro de cualquier país está compuesto por producciones extranjeras de todo tipo, el 20% es contenido pirata y el 10% restante es la copia, de la copia, de la copia de alguna serie exitosa de antaño con la esperanza de réplicar su éxito al público actual, supongo, para ser sincero, todo esto me resulta bastante confuso. Me dificulta ver una serie y no tener ese extraño presentimiento que me susurra: ¿ya no había visto esto antes?
¿Déjà vù?
La aparición de la dualidad, para nada subjetiva, de la conciencia humana sobre el bien y el mal personificados en una versión paródica de un ángel y un demonio respectivamente posados en los hombros de la mente esquizofrénica de su creador, una frase predeterminada, casi siempre de sentido matemático y carente de sentido por si misma, para demostrarle a los demás que ahora es inteligente o el gastado recurso narrativo sobre las diferentes versiones de lo que es o mejor dicho, lo que la gente le gustaría que fuera el metafórico concepto del verdadero amor, son uno de los clichés más usados por los productores para ilustrar sus trabajos a un público en mesa. Y aún así, son interesantes de ver y no han perdido su gracia, por ahora.
No soy alguien muy sociable, por lo que esto funge como una guía para aprender sobre el extraño comportamiento humano en diferentes circunstancias y hábitats naturales que la volátil vida nos puede ofrecer. Se podría decir que los diferentes medios de comunicación y entretenimiento no son sólo un simple manual de instrucciones más accesible y fácil de digerir sobre las diferentes facetas en las que se componen nuestro mundo, (que sean buenas o malas eso ya es otro tema), sino también como una manera de expresión para canalizar las frustraciones de la población en general.
Las pocas veces que he tenido la oportunidad de interactuar con los de mi especie como parte de la manada y no como su presa, no parecen replicar las mismas conductas de comportamiento que se observan en los personajes de ficción que ahí se exhiben, gracias a eso he podido sacar 3 posibles conclusiones variables.
1: es un comportamiento estrictamente de los extranjeros de donde provienen estas producciones.
2: la otra opción sería que, es la versión distorsionada y/o exagerada de la realidad misma.
3: la última opción y tal vez la más probable, usando el principio metodológico de la Navaja de Ockham sería que, simplemente, son dibujos animados ficticios, no tienen ninguna relación con la realidad y fueron creados explícitamente para alegrar las miserables vidas de las personas que necesitan un efímero respiro de sus reprobables contextos sociales en las que se encuentran, como yo. Quizás por eso los amo con todo mi corazón.
Aunque en lo personal, me gustaría que fuera la primera opción. Soñar no cuesta nada, a pesar de que mi antigua profesora de secundaria me decía que las neuronas son la monedas de cambio por excelencia.
Quizás ese sea el punto después de todo, soñar que el mundo puede ser un mejor lugar mientras nos quedamos sentados en nuestras zonas de confort o, queremos ver un mundo roto para sentirnos mejor nosotros mismo o simplemente para sentirnos identificados, como si de una fuerte conexión emocional con el protagonista se tratara, bueno, esas son las principales razones por las que me animo a ver un espectáculo en primer lugar.
Debido a esto, me surge la siguiente pregunta: ¿Cuáles serán la razones de las demás personas para disfrutar de este increíble arte?