Las elecciones del próximo 13 de marzo han tomado un tinte político distinto al propuesto por la Constitución, elección de Senado y Cámara de representantes por un periodo de cuatro años. Hasta el momento el mayor atractivo de la jornada son las consultas de las distintas coaliciones, que sin lugar a duda son el pulso político de cara a la primera vuelta presidencial, pero también ha doblegado la “pedagogía mediática” de lo significativo de votar al Congreso de la República.

Es importante recordar que, en el Capitolio se toman las decisiones que se convierten en ley, se aprueban referéndum y plebiscitos, en definitiva, se tramitan todas las reformas que con posterioridad se presentan ante la Corte Constitucional. Todas con distintas formalidades y requisitos. Allí también se pretende establecer el equilibrio de poderes frente al Ejecutivo y lo más relevante es que se tilda de representatividad de las regiones, lo que en teoría es la (des)centralización del poder.

Por lo tanto, necesitamos un Congreso conectado con la ciudadanía, que logre interpretar las necesidades de cada unas de las comunidades que dicen representar. Un Congreso ejemplar, que en los años venideros no tengamos más escándalos de fraudes éticos y financieros. Un Congreso independiente, que no sea dependiente de la burocracia y la diplomacia. Un Congreso trabajador, que sea capaz de reformarse así mismo, reduciendo el periodo de vacaciones.

Los colombianos estamos cansados de narrativas joviales en tiempo de elecciones y acciones vergonzosas por parte de sus senadores. Necesitamos que pierdan las maquinarias, que pierdan los clanes regionales, que pierda el continuismo y que pierdan todos lo que pretenden elegirse con votos de familiares, amigos o padrinos condenados. Esto solo se logra votando; sin recibir un favor económico o un nombramiento, un contrato, un tamal, unas tejas. Vote por su candidato el plena libertad y autonomía de decisión, estúdielo, mire quienes lo apoyan y cómo está financiando su campaña.

 No podemos seguir dependiendo de “doctores y doctoras” con amigos mafiosos, enmermelados y arrodillados a los grupos económicos. La imagen favorable del Congreso está por el suelo debido a sus mañas, a sus “jugaditas”, a su hambre voraz de las arcas públicas. Lo peor, es que muchos están en las calles buscando incautos desprevenidos para reelegirse. Cínicos.  

Necesitamos un Congreso capaz de hacer control político, que no pase por alto la responsabilidad de los ministros y se les censure si es necesario. Un Congreso progresista, del que salgan las políticas públicas que regulen temas como la adopción por parte de parejas del mismo sexo, la despenalización de la marihuana, la eutanasia y la reglamentación desde los parámetros dictados por la Corte para acceder al aborto.

Un Congreso frentero, capaz de dar cara en momentos de coyuntura social, que denuncie la corrupción, sesione con una agenda soportada en la lectura social. Un Congreso que no pierda tiempo condecorándose, colocando placas conmemorativas o continue en la virtualidad. No más de lo mismo.

No más continuismo. No podemos seguir mirando las cifras de hambre, trabajo infantil, desempleo, embarazo adolescente, deserción escolar, impunidad y corrupción, sin que no pase absolutamente nada. Ustedes señores y señoras que lleguen al Congreso no pueden darle la espalda al país en los próximos cuatro años como lo viene haciendo, de lo contrario el mismo pueblo se encargará de darles una patada en el…  

Esquirlas
* No hago parte de ninguna colectividad política, ni proselitismo por ningún candidato.
*Seré jurado el próximo 13 de marzo, así las cosas, nos vemos en el puesto de votación.