Desde hace varios meses he revisado mis redes sociales con una frecuencia más alta y me he encontrado con un contenido que me generó una leve sorpresa y el placer de apreciar lo que mis ojos de forma constante observaban. Jamás se me pasó por mi cabeza que en algunas redes sociales se pudiese publicar contenido erótico o para adultos. Decido omitir el nombre de esta empresa, no porque quiero desprestigiar o condenar lo que se publica, sino que es prudente y más por las personas que suben y consumen las diferentes piezas audiovisuales o fotográficas con un tono candente.

En mi anterior columna OnlyFans, la desnudez a un muy buen precio resalté mi profundo respeto por los creadores de contenido para este compañía y también a sus consumidores o usuarios. Detesto la morronguería y admiro la valentía y honestidad, por ese motivo no le encuentro ningún tipo de prejuicio o “pecado” consumir esta clase de material audiovisual, al final la mayoría por no mencionar a todos hemos disfrutado y añorado alcanzar cualquier fantasía sexual gracias a estos servicios digitales. Pero no puedo negar que me asombré al encontrar mucha cantidad de este contenido y lo irónico es que varios conocidos también le daban me gusta. Sin embargo, ya les he mencionado que estas acciones son respetables, las comparto y no están en tela de juicio.

Retomando mi apreciación inicial, cuando me detuve a ver minuciosamente diferentes cuentas de usuarios en una red social, me replanteé que en la actualidad acceder a videos o fotos eróticas es mucho más factible. El problema no es lo anterior, sino a dónde van a llegar este tipo de contenido. La ingenuidad no es una herramienta necesaria para estos temas, es propicio ser muy rigurosos y selectivos en dónde compartimos, a quién va dirigido y lo más importante, con qué intención. Con la última no pretendo crear un debate sobre moralidad, porque soy muy liberal frente a estos asuntos, sin embargo, vivimos en una sociedad que de progreso mantiene muy poco, y como lo he reiterado en muchos de mis escritos nos hace falta respeto y diálogo, dentro eso para comprender que el dicho de “crea fama y acuéstate a dormir” no funciona en todos los casos y más cuando se trata de conseguir empleo y obtener ingresos de una forma legal. No obstante, es importante resaltar que cierta parte de este material audiovisual erótico se puede llegar a desplazar por vertientes malévolas si caen en manos o en dispositivos de dueños malintencionados, apareciendo delitos como la extorsión y la calumnia.

Lo anterior si hay que ponerle una lupa, porque estos espacios digitales se convierten en un arma de doble filo para el objetivo de su creador, por un lado es muy beneficioso porque ahora si tú tienes una buena interacción,  gran cantidad de seguidores y el contenido es de valor, es un trampolín para obtener ingresos, pero en la otra esquina está tu reputación y la maldad de algunos internautas. Es por eso que considero que en cualquier plataforma se deben garantizar normativas de seguridad y conciencia para cada consumidor, no es posible que el objetivo de este contenido se torne contraproducente.

Quiero concluir con un aspecto primordial, y es el derecho que tenemos a nuestra intimidad y el respeto por nuestro cuerpo, cada uno es responsable y consciente (o eso supongo) de lo que hace y comparte a través de su desnudez. El cuerpo es arte, desde todas las ópticas, la belleza es subjetiva y las apreciaciones son medidas a través de filtros, nadie más que tú tiene la decisión de querer hacer lo que deseé con su cuerpo, así de sencillo. Qué desgaste un familiar, amigo o compañero de trabajo que se entromete para no aportar. Eso sí, la desnudez no solamente implica retirarse la ropa a los cuatro vientos, se necesita de sensatez, compromiso y carácter para lograr lo que se desea con ella.