El amor líquido; una premisa que abre un mundo de espectros continuamente cambiantes sobre lo que amar significa, contextualizado en un presente donde todo se convierte en volátil y fluctuante de manera rápida y casi que imperceptible, llevándonos como individuos a una constante adaptación.

Para entender mejor este termino dentro de lo que Bahuman afirmaba, debemos entender la idea que desarrollaba en medio de sus definiciones. Se describe ‘liquidez’ como el factor representativo de la falta de estabilidad y predictibilidad de las relaciones, destinándolas a ser cada vez mas superficiales y etéreas; entendiendo esto, determinamos también la descripción del ‘amar’, como “una de las más sublimes condiciones humanas” que en pocas palabras puede definirse como la libertad del ser encarnada en el otro.

Y si, todo desde aquí se cree fácil de entender, y podríamos decir, mis relaciones afectivas no son en lo absoluto líquidas. Sin embargo, al leer entre líneas este libro entenderemos como este fenómeno ha estado de nuestro lado sin siquiera notarlo.

¿Alguna vez has creído que esa persona es completamente perfecta en todos los aspectos y no cambiarias nada de si? Bueno, esto se llama idealización, estableciendo un vínculo emocional basado en el afecto y las expectativas auto creadas que tenemos sobre nuestra pareja, aferrándonos a un ideal realmente inexistente. Cuando dicha idealización no se ve satisfecha, preferimos optar por pensar que no escogimos la persona correcta antes de comprender que nos enfrentamos a una incapacidad de vivir con las oportunidades y recursos ofrecidos… en medio de esta incertidumbre, empezamos a perder poco a poco el interés por quien antes solíamos ver como completamente inmejorable, y vamos entendiendo que Bahuman no está tan alejado de la realidad, ¿Verdad?

Y es aquí donde ingresa un factor sumamente importante, la comunicación, esa palabrita que a veces nos cuesta tanto llevar a la practica, es uno de los mayores faltantes en las relaciones actuales, causando que, desde el más pequeño inconveniente de índole interpersonal, se vuelva una maraña de problemas intratables y sin solución. Estamos tan empapados del contexto superficial que la responsabilidad hacia las emociones de los demás las vemos como algo sin mayor importancia gracias a la fragmentación socio afectiva que evoluciona cada vez más rápido, volviéndonos una sociedad egoísta y segada hacia la empatía.

En este orden de ideas, podríamos decir que la mayor afectación la llevaría nuestro par a consecuencia de nuestros actos; pero esto no termina aquí. Cuando una relación inter personal se da por finalizada, ninguna otra tiene la capacidad de llenar los vacíos acumulados a través de las experiencias vividas. De esa manera, al no cerrar los ciclos de manera independiente, empezamos a crear una barrera que nos aleja de oportunidades futuras, volviéndonos indiferentes hacia el entorno y entre más tardemos como individuos en realizar una introspección, más nos costará relacionarnos a futuro con los demás.

Es así como entendemos finalmente que el verdadero sentido se encuentra dentro de un amor sólido… en este caso, es uno que se basa en el impulso del compartir y construir, desde la conciencia del quién soy y quiénes son los demás dentro de mi entorno.

Empecemos a vivir en un pensamiento colectivo, menos fluctuante y más establecido, donde independientemente del vínculo socio afectivo que generes, lleves presente la fragilidad de los mismos y el poder que tienes sobre ellos.