Entre los marineros existe una leyenda: cambiar el nombre de un navío es lo mismo que condenarlo a la fatalidad.

Durante dos horas, la tripulación del Dei Gratia observó con cautela cómo un bergantín, un barco pequeño, navegaba sobre las olas, empapado y sin rumbo, ignorando los intentos por comunicarse. El capitán, David Reed Morehouse, extendió los binoculares frente a sus ojos y se dio cuenta de que no había un alma en aquella nave; tenía ante sus ojos el famoso barco fantasma conocido como el ‘Mary Celeste’.

La decisión fue tomada y se envió a tres hombres a explorar el sospechoso barco. Uno de ellos, fue el primer oficial Oliver Deveau, quien realizó una bitácora completa y una descripción detallada ante la corte de Gibraltar, sobre lo que vio en el Mary Celeste. Esto fue lo que dijo:

No había señal alguna de violencia humana. El alimento para 6 meses estaba intacto, al igual que todas las pertenencias de la tripulación.

La cocina patas arriba, la estufa descolocada y los cubiertos tirados por todas partes.

Un reloj de pared colgado de cabeza.

Prendas emparamadas, regadas por distintas zonas de la plataforma.

El sextante, aparato de navegación que mide la distancia angular entre dos objetos visibles, y los documentos de propiedad de la nave, no estaban y no aparecieron jamás.

Cuando se adentraron un poco, notaron que el suelo del barco tenía una capa gruesa de agua de 1 metro.

Su último hallazgo los empujó a concluir rápidamente que toda la tripulación habría abandonado el barco: pues no había ningún bote salvavidas en los costados del Mary Celeste, pero sí había sogas desgarradas.

El encuentro entre ambos navíos ocurrió el 4 de diciembre de 1872, en alguna parte del mar entre Lisboa y las islas Azores. Teniendo en cuenta el periodo histórico en que se dio el hecho, y el estado en que se encontró el Mary, se entiende que varias conclusiones saltaron a la imaginación de muchos deleitados por el relato.

Lo que el barco llevó

Hay que aclarar que esta es una historia verdadera, al igual que la tragedia que ocurrió, a pesar de las teorías que la rodean. Independiente de encontrar una versión oficial de los hechos, (cosa que no ha ocurrido hasta nuestros días), lo único que podemos asegurar es nunca se supo la suerte de la tripulación.

La historia del Mary Celeste nació con varios socios, incluido el mismo capitán del barco, Benjamin Spooner Briggs. Benjamin era esposo de Sarah Elizabeth Briggs, y ambos padres de Sophia Matilda Briggs, la hija menor de 2 años, y Arthur Briggs de 7 años.

La embarcación medía de 30 metros de largo y pesaba 282 toneladas, con un valor de USD $14.000, y perteneció a los británicos un tiempo, desde su construcción en Spencer, Nueva Escocia. Años más tarde fue registrada a nombre de Briggs en Nueva York, donde actualizaría el antiguo nombre de la nave, Amazon, y pasaría a llamarse Mary Celeste.

Como iniciamos esta historia: es conocido entre los marineros que cambiar el nombre de un navío es condenarlo a una catástrofe. Pero al señor Briggs pareció importarle poco estas supersticiones o no las conocía.

Cargó el barco con 1701 barriles de alcohol americano, enviado por la compañía Meissner Ackermann, por un valor aproximado de USD $35.000. El capitán había realizado viajes semejantes, y era reconocido por su gran habilidad para navegar en los mares, pero esta era la primera vez que transportaba una carga de características inflamables y explosivas.

Reunió un conjunto de 4 marineros alemanes, Volkert y Boy Lorenson, Arian Martens, y Gotblieb Gondeschall. También reclutó un cocinero danés, llamado Edward Head. Finalmente, su segundo oficial era Andrew Gilling, y el primer oficial Albert Richardson.

Hechos los arreglos previos, Benjamin y Sarah decidieron que Arthur, su hijo mayor, debía permanecer con su abuela en Estados Unidos para no perderse de la escuela. Por tal razón, solamente Sophia embarcó junto con sus padres el Mary Celeste. Sin mucho más que agregar, emprendieron viaje desde Nueva York con destino Genoa, Italia, el 7 de noviembre de 1872; casi 1 mes antes de que el capitán Dei Gratia encontrara la nave a la deriva.