Por: Juan Laguna.

Creo fielmente que si hacemos esta pregunta a los miembros de una comunidad tan lastimada, afectada, trillada y criticada como la LGBTIQ+, al menos un 70% responderá contundentemente con un “no”, claro, eso sin tener en cuenta a quienes todavía no están listos para salir a enfrentar este mundo, que desearían, fuera una utopía; pero esta palabra define todo aquello que Bogotá no podrá ser, al menos mientras no exista nada que de una u otra forma nos proteja. Algo que cobije de alguna manera a quienes, sin hacerle daño a nadie, solo aman, aman como cualquier otro ser humano.

El trino de la Alcaldesa de Bogotá, Claudia López, el 28 de junio del presente año, día del orgullo LGBTIQ+ fue un sencillo “¡Orgullo siempre! – ¡En Bogotá se puede ser!” y es este mismo el que me hace cuestionarme acerca de cuán real es esto; no solo porque si vemos lo ocurrido en el marco del paro nacional, agreden a unos y asesinan a otros sin importar quienes sean, sino porque aunque no es viral y la ciudadanía no se da ni por enterada de lo que sucede hoy en día, hay cientos de casos de agresión hacia quienes conforman la comunidad LGBTIQ+, y la Alcaldía solo ejerce una complicidad ‘asqueante’ frente a estos hechos de la misma forma que ocurre con las protestas.

Pero bueno, ¿qué podemos esperar de una alcaldesa que estigmatiza la protesta social y día a día parece estar más del lado de la ultraderecha y el uribismo, cuando hace tan sólo unos días los criticaba? La respuesta es desastre y más muerte, porque incluso los hechos de negligencia que ocurren en contra de la comunidad LGBTIQ+ y que son conocidos, no son defendidos por ningún miembro de la alcaldía de la ciudad e incluso el gobierno del país.

El de Alejandra Monocuco es uno de los tantos casos de violencia —una trabajadora sexual y mujer trans de 39 años que sufrió de una discriminación estructural por parte de una entidad de salud solo por su identidad de género y que murió, luego de que miembros prestadores de salud concurrieran en un acto discriminatorio y serofóbico al enterarse que Alejandra era una mujer trans y era VIH+—, que de igual forma son ignorados tanto por la sociedad como por la Alcaldía, no importa si son visibles o no, cualquier atentado contra personas de la comunidad LGBTIQ+ en un gran porcentaje de los casos, son echados al olvido y la desatención.

Es tan impactante y desgarrador, que conmueve el corazón ver que día a día por redes sociales se conocen denuncias públicas por parte de distintas personas acerca de cómo los golpean, los discriminan y, lastimosamente, algunos no pueden vivir para contarlo, porque son asesinados… como siempre, estos delitos quedan en la impunidad.

Desde el año 2019 al 2020 la violencia en contra de personas de la comunidad se ha duplicado. Según el colectivo Colombia Diversa en Bogotá se registraron 72 casos de violencia (entre amenazas, homicidios y violencia policial) y en el país un total de 738, cuando en el 2019 eran 322; entonces es aquí donde realmente vuelvo a cuestionarme ¿en Bogotá se puede ser?, ¿en Colombia se puede ser?

Es ridículo porque los casos de violencia no dan tregua, no hay autoridad alguna que ejerza una protección a la ciudadanía y aquella Alcaldía, que se viste de arcoíris, ejerce como en el oscurantismo, comunicando aquello que le favorece y ocultando todo lo que no puede controlar, siendo totalmente desentendidos de la situación que vivimos cada una de las personas LGBTIQ+ en la capital del país.

Fuentes:
Colombia Diversa
Infobae