He tratado de rescatar la esencia del paro, el ideal que se tenía en un principio y que se supone que lo que lo mantiene vivo, pero ya me he decepcionado por lado y lado. Vivo indignada con el gobierno desde hace años, impresionada por la corrupción y la ineptitud de un sistema que se desmorona día tras día. Mas, ahora, siento que ese mal que tanto se ha visibilizado en nuestros mandatarios hace mucho que permeó a la sociedad.

Lo heredamos o ellos de nosotros. La vaina es que es que termina siendo igual de colombiano que el pueblo y al final, el Estado se vuelve un delincuente más, como la misma gente de a pie; lo cual tiene un inevitable efecto que venimos viendo hace mucho y que, en la actualidad, se ha intensificado: La autodestrucción.

Hoy comprendemos que la maldad está presente en cualquier escala social y esa es la verdadera razón para que estemos así. Ser corrupto ya es algo mental. El gobierno roba; la policía atenta, en manifestaciones pacíficas, contra la primacía universal por la vida. Sin embargo, la gente saquea, extorsiona, intimida, ataca y roba al paisano, bloquea el paso al alimento, al insumo, al oxígeno. Y al final, también mata. El país está más inseguro que nunca y la ley no actúa como debería. Entonces, me pregunto: ¿Esto a quién beneficia?

Estamos mal, como sociedad, pelando el cobre, cada uno a su manera. Ayer fui a un supermercado que solo vendía carne por $380.000 y recordé que, en las crisis, sale lo bueno y lo malo de todo. Se volvió simple: El que puede sacar tajada, actúa, no importa sobre quién. El pueblo contra el pueblo, lo que faltaba. Antes pendíamos de un hilo, ahora tocamos fondo, nos desajustamos; lo cual es triste porque tenemos todo para surgir, solo que esa maldad virulenta succiona cualquier oportunidad, habiendo sido precisamente contra ella que se inició el paro; pero, en cambio, cancela las posibilidades, a cada momento, en una ecuación constante que frustra y aburre a todos.

Sin embargo, al menos no nos ha cambiado totalmente; ya que, como colombianos que somos, a pesar de acostumbrarnos a lo negativo, conservamos la esperanza de que la cosa mejore. Y en este momento, es de lo único que dependemos.

Porque no a todos nos cortaron con la misma tijera. Como parte del pueblo siempre ha sido brutal con el mismo pueblo (matando, mandando a -, estafando, atracando, etc.) y otra mantiene firme su bondad; también hay una porción del gobierno y de entidades como la policía, que sigue fiel a su rol de cuidador y de procurador del bien. Se conserva, al menos, una semilla, en parte y parte, que puede re-definir el destino de Colombia. Y ahí, en esa diferencia primaria entre el bien y el mal, radica nuestro chance de que la vida emane nuevamente de nuestro país.

Si el gobierno fuera justo, por ejemplo, habría mayores oportunidades para los estratos bajos. Sin corrupción o al menos disminuyéndola al mínimo, más gente comería, estudiaría, viviría mejor y hasta más, mucho más tiempo, con una salud pública eficiente. Si se pudiera denunciar en paz y tuviéramos un mejor sistema carcelario y judicial, no habría tanta delincuencia y criminalidad. Así, poco a poco, mejoraría la sociedad. Como se ha sembrado el mal en ella hasta hoy, también se puede invertir, igual a lo que tanto se habla por estos días sobre algoritmos en las redes sociales.

Esta es mi opinión. Por cierto, ha cambiado bastante los últimos días. Parece que al paro lo corroyó la misma naturaleza humana que le dio origen. Hoy nos cuidamos hasta de nuestros compatriotas. Algunos, incluso, lo hacen con armas. Y ya lo he dicho, la violencia no está bien. Sin embargo, en este momento, habitamos un país que no ofrece garantías para nadie y cada quien protege lo suyo.

Si me preguntan qué quiero; por mí, que el gobierno ceda, a ver si eso calma este fuego que sí parece inmarcesible, así sea por un momento. Nada importa más. Ningún asunto político puede primar por encima de la vida, del bien común, de la guerra, del caos. Que se haga lo que se tenga que hacer. A esta altura, lo que vale es que, al fin, se detenga esta implosión nacional.