Se tomó 20 capsulas de distintos medicamentos, entro a reanimación y al día siguiente, con sus ojos hinchados, volvió a ver la realidad de su caótico mundo, y a los profesionales del quebrantado sistema de salud; a los seis días le dieron de alta y le formularon para la depresión y la esquizofrenia quetiapina, pero esa persona no la consume porque dice no estar loca, se siente vacía y poco útil para la sociedad, así otras personas noten lo contrario.

La depresión, la angustia, el bajo estado de ánimo, el rechazo y la inseguridad, se convierten en la batalla más dura a vencer para los literatos, pero no todos logran vencerla porque en su atiborrado y sustancial mente ahondan los pensamientos suicidas.

Paulo Coelho es uno de los escritores con más capital financiero en el mundo, con millones de ejemplares vendidos por todo el mundo y con una obra con la que irá a la tumba, el Alquimista. A Coelho le sobraban motivos para escribir, tuvo que soportar la exclusión de sus padres y la falta de confianza de los mismos para cosechar éxitos; Gabriel García Márquez exploto su imaginación gracias a los negativos episodios de violencia que vivió en su Aracataca del alma y en la capital de la República cuando, residiendo en esta, fue testigo del magnicidio del líder del partido liberal, el abogado Jorge Eliecer Gaitán; Daniela Palumbo, en uno de sus libros para adolescentes publicados por la editorial Torre de Papel, cuenta las duras pruebas que tuvo que soportar en el recorrido de su carrera literaria, y ante esto, mientras las gotas de lluvia caían sobre su ventana, decidió poner al lector en puntos suspensivos y expresarse de manera libre sobre la necesidad de querer ausentarse físicamente del mundo terrenal.

Desde esta magnitud de escritores, se pueden mencionar muchos otros a los cuales Dios, la vida, y la creencia de cada uno les regaló un talento que, en ocasiones, no es explotado porque solo lo ven los demás y no el que está detrás de todo poema, novela, crónica, columna, cuento, ensayo, tesis, reseña y locura de escrito. Escribir es un talento, no cualquiera logra impactar a uno o varias personas con un simple carta a puño y letra, en la cual, el único adorno son los ‘garabatos’.

La inteligencia la comienza a plasmar el escritor letra por letra, y esto lo hace cuando se aparta de la sociedad y se refugia con su mejor amiga que termina siendo la soledad; se siente invadido por el aburrimiento, la monotonía y la tristeza, se quiere sentir libre, pero a su vez no experimenta esa libertad porque carga en su mochila una serie de factores que le pueden cortar las alas lentamente, por ello, debe dar un giro radical y vencer el otro yo, el negativo, el que lo hace sentir ahogado e intranquilo y seguir transportándose a ese instante de desahogo e imaginación, la escritura.

La persona que consumió los 20 medicamentos, actuó en un estallido de emociones negativas se dejó llevar; quería volar a lo más alto, allá donde llegan buenos y malos, porque según la ley de Dios, todos somos bienvenidos en su reino; sentía que ya no le era útil a nadie, vulgarmente desde el seno de su hogar la hacían sentir como un inservible para la vida desde temprana edad y a raíz de esto, no le interesaba relacionarse con personas que brindan amistades falsas maquilladas por el interés y qué solo les interesa conocer lo primero que ven en una persona, es decir el físico y los accesorios que adornan ese físico que muchas veces son solo oropeles y no por lo que realmente vale un ser humano, la esencia de su alma.

Quien escribe no tiene  temor de que conozcan su esencia, y no lo hace por llenarse los bolsillos y exponer sus libros por todo el mundo, lo hace para liberarse de ataduras, así, como lo hizo Charles Butowsky, solo por nombrar el preferido de aquella persona.

Ahora, el alma de esa persona se encuentra como una bombilla titilando, se quiere apagar, pero a la misma vez, busca mantener la luz en su rostro. Ya no quiere leer más Lady masacre de Mario Mendoza, va  a apagar su lámpara… El lector que interprete si la persona de las 20 capsulas en una amistad, un alter ego es quien escribió esta tristeza.

Algo extra: A esa persona quizá le hacía falta abrazar, dar y recibir amor. Actúa normal y sonríe, pero con su sonrisa falsa para no perder la costumbre de lucir su dentadura.

Los mejores escritores han tenido los mayores problemas y las peores experiencias desde su infancia, y a su vez, su tristeza los empieza a consumir lentamente, en silencio…