Por: Alejandro Gil Torres.

Este nuevo panorama social que estamos atravesando implicó que cambiáramos varios hábitos comunes, entre esos, la comunicación. Por este motivo, es muy usual que la interacción a través de medios digitales ahora sea más frecuente. Sin embargo, hay un asunto que deseo exponer con mayor detalle: el uso de las aplicaciones de citas.

Siempre me causó curiosidad recurrir a estas plataformas tecnológicas para conocer a otras personas con las mismas afinidades mías, algo que ahora valoro con total decepción. No seamos ilusos, se los digo de una vez. El algoritmo de estas aplicaciones es casi ideal para encontrar a tu media naranja, lástima que esa mitad no se ajuste a tus mayores necesidades. Una vez entras a este mecanismo, dependerá de vos si deseas salir o no, ya que su poder llega a ser incontrolable, lo digo por experiencia propia.

La realidad de estas Apps es lamentable y lo expreso con el mayor respeto. Se olvidó que en frente de cada uno de los computadores o dispositivos existen seres humanos, no robots; la falta de empatía y descaro se apoderan de algunos usuarios cuando emplean un lenguaje inadecuado, o quizás ni siquiera se atreven a responder. Soy enfático en esta razón porque me he llevado muchas sorpresas, entre esas, personas inmaduras, incapaces e irracionales… unos con la finalidad de engañar o estafar a su destinatario, otros con la necesidad incesante de tener relaciones sexuales, y los demás con carencias de autoestima y carácter. El panorama es totalmente desolador.

Cabe destacar que la credibilidad de estas aplicaciones parte desde la vista del usuario. Mi pretensión no es desacreditar la función de estas, pero sí quiero hacer una crítica contundente para que más personas comprendan la propiedad que emplea este algoritmo y algunos usuarios que pertenecen a esta red. No se equivoquen ni se confundan, el verdadero amor no se consigue en un abrir y cerrar de ojos o para empaparme de la mecánica, en deslizar de lado a lado, no, este se construye y es necesario que se mantenga un criterio y selectividad muy riguroso para comprender que cualquier aparecido no es merecedor de nuestro tiempo y vida. Porque en la cotidianidad la lista de probabilidades puede ser mínima o extensa, pero les aseguro que no es nada similar a lo que se contempla en esta ventana digital.

El amor está tergiversado y estas plataformas no contribuyen a cumplir con el verdadero propósito de esta decisión. No culpo a ninguna persona que se ha interesado por descubrir las múltiples posibilidades y funciones que ofrecen estas aplicaciones, son decisiones respetadas, lo que no comparto son los abusos y engaños que reciben algunos usuarios por parte de personas inescrupulosas que desean aprovecharse de las ilusiones o inocencia de ciertos individuos. Se debe ser muy sensato y cuidadoso con el contenido fotográfico e información que compartimos en estos espacios. La seguridad aquí es incierta y la confianza es un privilegio que muy pocos son merecedores de tener.

Agradezco las experiencias que logré vivir en estos espacios digitales, las personas con las que interactúe y la sabiduría y sensatez que me ayudó a entender lo que no debo permitirle a nadie. Al final uno sale del callejón porque se quiere, de lo contrario la testarudez prima en nuestro ser y créanme, el círculo vicioso crece más y más como una bomba tóxica que se evitará que explote cuando la realidad se refleje frente a ti.