Por: Ana María Pulido.

¿Por qué no estás feliz, acaso no valoras lo que tienes?…

Esa pregunta es muy frecuente… Y es ahí cuando surge la incógnita de ¿Acaso la tristeza, el aburrimiento, y la melancolía no tiene cabida en nuestro día a día?

La sociedad vive en una constante presión por siempre tener una sonrisa, estar alegre y tener la mejor disposición. Nos vemos obligados a ponernos mascaras para que las personas no vean lo que realmente sentimos, quizás para evitar dar explicaciones, para no ahondar en lo que vivimos por dentro, o tal vez, para no llegar a sentir culpa de estar tristes, o acomplejados por alguna situación por la que estamos pasando.

Nosotros como seres humanos respondemos ante nuestro entorno, por medio de las emociones, ya sea enojo, desilusión, alegría, decepción, inseguridad, nostalgia… una infinidad de emociones que tenemos la posibilidad de sentir, sin embargo, esta respuesta de la que hablo, nosotros no tenemos control de ella, es por esto que a las emociones hay que recibirlas, aceptarlas y abrazarlas para que sean más llevaderas.

Y ahora viene la pregunta ¿Y uno qué hace con ellas? Ahí es donde está realmente el punto. Cuando tenemos la capacidad de aceptar que cierta situación nos está generando una incomodidad y le damos nombre a esa emoción, podemos tomar acción frente a ella de la manera más responsable.

Por eso, hoy te digo, démonos la oportunidad de vivir nuestras emociones, no le neguemos a nuestro cuerpo el sentir y disfrutemos de cada emoción que nos regala la vida.