Sí, soy de universidad privada. Soy de privada pero también me duele lo que pasa con la educación pública en Colombia. No hay que ser de algún sector o de algún gremio para sentir dolor por todo lo que nos hace el gobierno, y el cómo sus gobernantes disfrutan de las rupturas sociales, las brechas tecnológicas y económicas y de la vil comedia en la que se ha estado convirtiendo nuestro amado país, este bello platanal al que le decimos ‘Colombia’.

Ayer (23A) ocurrió algo desastroso para el estudiantado de la Universidad del Valle y del país en general. Vimos por medio de redes sociales (otros lo habrán presenciado) cómo nuestros gobernantes locales burlan a unos 50 estudiantes universitarios que hacían un plantón para poder obtener un diálogo con la Gobernadora del Valle, Clara Luz Roldán, y con el Rector de tan nombrada universidad, Edgar Varela.

Inmediatamente se dieron cuenta de que por medio de las redes sociales se estaba informado de lo que ocurría dentro del campus, decidieron tomar la autócrata decisión, y muy estúpida por cierto, de que entrara la Policía Metropolitana de Cali, miembros de Goes, y del ESMAD… y ya sabemos qué ocurre cuando el ESMAD está presente.

No voy a ahondar en detalles porque ayer ya todos se dieron cuenta de lo que ocurrió. Pero a lo que voy mencionándolo es que se nos están violando nuestros derechos como estudiantes, no importa si somos de privada o de pública, es una violación, un hurto a nuestros derechos a las protestas pacíficas, al querer dialogar pacíficamente con el Estado para obtener garantías sobre temas que nos están afectando directa o indirectamente a todos.

Sí, el hecho de ayer no pasó a mayores, por fortuna… pero el pueblo está berraco. Los estudiantes cada vez nos unimos más a la lucha. Los de privada cada vez nos concientizamos más sobre las injusticias… y por medio de la lectura, la investigación y el informarnos de la mejor forma posible, por fin nos vamos dando cuenta, y les contamos a nuestros allegados, de que el problema no somos nosotros, “los vándalos”, sino esos criminales del Estado. Esos que sin ninguna forma de consciencia levantan sus armas hacia el pueblo, nosotros, SU PUEBLO. Esos que prometen lealtad, sacrificio y valor para el “bienestar” del país, pero que a la hora de la verdad, sólo se les ve en las protestas pacíficas que estudiantes, u otros gremios mamados de las injusticias, hacen en las calles de la nación.

Sí, estamos berracos. Estamos berracos porque es una realidad que nadie creía. Porque por fin se empieza a notar que son ellos los que entran disparando y lanzando granadas de humo y de gas pimienta, tan malos hoy en día por los altos índices de contagio que se pueden tener al toser fuertemente. Por fin la ciudadanía empieza a notar que los delincuentes son ellos, que no salen a proteger a su pueblo en la cotidianidad en la que se vive de violencia, hurto, perseguimiento a mujeres y niños, secuestros, ‘vacunas’, microtráfico, narcotráfico, portes y fabricación de armas para cometer crímenes… entre muchas otras más por las que está pasando Cali en estos momentos, sino que salen a callarnos firmemente a los que queremos una ciudad, un departamento, un país y un continente libres de corrupción. Nos salen a callar a quienes pedimos garantías de no repetición. A quienes nos rebelamos porque conocemos la historia, esa de la que tanto miedo tienen que se sepa… y de la que cada vez más nos acercamos a esclarecer. Nos vemos este 28A. Esto no se queda así. El mundo entero se tiene qué dar cuenta de la inconformidad del pueblo ante hechos injustos que aquejan la vida de los colombianos. No sólo será por la ‘Reforma Tributaria’, será por las pocas garantías en educación, por las y los líderes sociales asesinados constantemente, por el no cumplimiento del Acuerdo de Paz con la ex – guerrilla de las FARC – EP, que está empezando a notar un aumento de violencia sistemática en regiones como el Cauca, y muchas otras temáticas más, que si resuelvo en esta columna, terminaría por escribir un libro.