Después de que uno de los temas más coyunturales y polémicos en el país fuera la despenalización del aborto hasta la semana 24 de gestación por parte del fallo de la Corte Constitucional en su sentencia C-055-22, hecho que provocó un apoyo inmenso y añorado por el colectivo feminista y un rechazo por el grupo defensor de la vida “pro vida” acompañado de memes, reacciones en las diferentes redes sociales y hasta el descontento del presidente Iván Duque y la mayoría de su partido político, dejando en evidencia nuevamente al país en una polarización, esta vez con un nuevo tema de debate: el derecho a la vida y de las mujeres.

Es una realidad, un hito enorme para el país, después de varios debates y demandas ante la Corte, las mujeres en Colombia tienen el derecho a decidir de manera libre y legal sobre su cuerpo. Ya varios paises de América Latina se sumaron a la lista donde está permitido esta intervención, entre esos: Argentina, Uruguay, Cuba, Guyana

Guayana Francesa, Puerto Rico y en algunos estados de México. Una noticia como lo indiqué al inicio es muy bien recibida por cada mujer que no se siente preparada para asumir lo que para mí es una de las responsabilidades más importantes en la vida: criar a un ser humano. O quizás entre sus planes en ese momento del embarazo no estaba ser mamá.

La Corte Constitucional ya se había pronunciado en 2006 con su sentencia C-355-06, donde se despenalizaba el aborto bajo tres causales: Cuando peligra la vida o la salud de la madre, cuando se presenta malformación del feto incompatible con la vida y cuando el embarazo es producto de abuso, violación, incesto, transferencia de óvulo o inseminación no consentida. Las anteriores se siguen manteniendo y permiten a la mujer acceder a esta intervención de manera segura, evitando caer en los terrenos clandestinos, uno de los asuntos principales que impulsó esta nueva decisión.

Ahora bien, yo siempre he estado en contra del aborto y respeto el derecho a la vida, sin embargo, soy consciente de lo que hay detrás de esta decisión que no es para nada sencilla. Me pongo en los zapatos de cualquier mujer y comienzo a presentir la lluvia de pensamientos acumulados en su mente junto a una recurrente desesperación e infinita duda de qué hacer, qué decisión tomar y qué implica ejercer tal acción.

Soy consciente de la calidad de vida en Colombia, no es la mejor, las ofertas laborales son mínimas y los salarios insuficientes para todo lo que conlleva una crianza digna, y la misma madurez que se debe asumir para ser padres y enfrentar los diferentes retos de cada una de las etapas de su primogénito.

Además, soy enfático en la palabra responsabilidad, eso es lo que necesitamos, responsabilidad tanto para tomar la decisión de abortar como para tener una relación sexual,y me refiero explícitamente a las mujeres que afortunanadamente no fueron abusadas, ya que asumo que hubo algo de “conciencia” en medio del acto sexual y si fue todo lo contrario, reconocer el riesgo que puede traer al no usar métodos anticoceptivos.

Por lo tanto, mi invitación es primero a dejar tanto tabú con respecto a la educación sexual, basta ya con tener ese miedo tan imcomprensible por parte de algunos padres. Es indispensable que desde edad temprana los niños y jóvenes reconozcan su propio cuerpo, se apropien y sean conscientes de la consecuencias que pueden llegar a ocurrir si no recurren a métodos anticonceptivos o información veraz sobre estas temáticas. Segundo, brindar acompañamiento por parte de las Secretarias de Salud y Educación para proporcionar información pertinente y útil sobre el aborto, métodos de planificación y/o anticonceptivos en las Instituciones Educativas, incluso implementar más programas donde el acceso a los anteriores métodos sean más factibles para toda la población, y tercero, el respeto a la decisión de la Corte Constitucional, fueron cinco magistrados los que dieron fin a la lucha sin descanso de muchas mujeres, enhorabuena por ellas y a la sensatez que las acompañará en una eventual decisión.