Por: Alejandro Gil Torres.

La mente humana maneja un poder indescriptible, incluso, alcances sin barreras. Entre esos, establecer como ‘normal’ una situación cotidiana. La propia palabra “normalizar” ha estado resonando en mi cabeza en los últimos días, ya que la misma se volvió un dilema que me motivó a escribir esta columna.

Según la RAE la palabra normalizar significa: “regularizar o poner en orden lo que no lo estaba”. También, “hacer que algo se ajuste a una norma, una regla o un modelo común”.

Por lo tanto, si una situación o comportamiento no está en ‘orden’, se pretende normalizar para que éste mismo no desestabilice a una sociedad que se rige bajo una normativa y diferentes culturas. Un caso muy particular es a la que se enfrentan las personas que pertenecen a la comunidad LGTBI, en la mayoría de casos, para no decir que en todos, son tildados de ‘anormales’, expresión que me genera un fuerte rechazo y preocupación frente a la sociedad con la que convivo, ya que estas mismas afirmaciones se pueden convertir en ofensas mayores , incluso, en hechos lamentables e imperdonables, si el recurso de normalizar a un grupo de seres humanos sigue vigente en el amplio y riguroso lenguaje de individuos de mente cerrada.

Sencillamente no es común en esta sociedad donde desafortunadamente la desinformación y ausencia de tacto brillan por su presencia, sin embargo, no es la justificación para señalar a alguien como ‘anormal’, ¿o acaso está normalizado cuando vos lanzas juicios a una persona que simplemente tomó una decisión partiendo desde el amor? ¿O está normalizado agredir verbal o físicamente a alguien porque se besó en el mismo espacio público que vos? Probablemente la respuesta pueda reflejar la doble moral de algunos, donde aparece el “yo sí puedo, en cambio ellos no, porque no es normal”. No puedo con tanta ignorancia.

Previamente hacía énfasis en algunas características de nuestra mente, entre esas, los alcances sin límites que emplea cuando promueve normalizar. Implícitamente este objetivo conlleva a relucir los efectos que pueden ocurrir si la persona o la situación no es catalogada de esta forma, como el temor al rechazo y la intriga. Qué triste e irónico, ubicar a una persona en prejuicios muy bajos por una razón indiscutible: niveles bajos de tolerancia. Además, determinar a alguien o algo como ‘normal’ indirectamente llega ser un estereotipo, asunto que está dentro de lineamientos que un grupo selecto aprobó de forma arbitraria o acatando los argumentos de una mayoría.

También, en diferentes publicaciones en redes sociales encontré frases como: “normalicemos decir ‘no quiero verte porque tú no te cuidas del Covid’, sin que te ofendas”. Lo último que se expresa en el mensaje denota una predisposición por parte del emisor o persona que comparte, ya que esto no está catalogado como normal. ¿Expresar tu verdad frente al comportamiento de tu amigo o familiar al no acatar las medidas restrictivas y de bioseguridad para prevenir un contagio, es tomado como una ofensa y debe ser normalizado? A mí me parece un acto inconsistente e inmaduro, esto radica en respetar y ser sensato con lo que se está atravesando, y no llegar al punto de procurar agregarle la palabra mágica para neutralizar la situación.

Ser normal o declarar algo como ‘normal’ no se tendría que convertir en un imán que va atrapando las declaraciones o decisiones cotidianas para ser tomadas de una forma común y tradicional, incluso, en ese preciso momento es donde es importante implementar la estrategia del diálogo y no pretender crear una sociedad normalizada, sino una informada y educada.