Por: Daniel Otálvaro.

En las calles se está escribiendo una nueva forma de hacer y entender la política, ya no basta un puesto de trabajo por cuatro años, tejas, cemento o los míseros pesos que se le dan al sufragante. Los jóvenes están asumiendo con responsabilidad el hecho de ser ciudadanos y dueños de un Estado. Jóvenes que buscan representación debido a que los políticos les han fallado, pero también a sus abuelos, a sus padres y al país entero.

Se ha sembrado la idea de “Colombia, país en vía de desarrollo”, cuando son más las brechas de desigualdad e inequidad las que salen a las calles. “El mundo avanza, pero dando vueltas alrededor del sol”, escribió Gabo. Similitud con una sociedad que transita en espiral hacia la sostenibilidad difusa y difícil de entender en asuntos políticos, económicos y post – pandemia. ¿Qué sucederá en las elecciones del 2022?  

Los males históricos que han arrasado con el país no se arreglan de un día para otro. La inversión social que se hizo en este escaso siglo y medio de republicanismo colapsó; se desmoronó por una pandemia que no tuvo piedad de una economía pensada y ejecutada desde las lógicas del neoliberalismo.

La muestra de ello es el Puerto de Buenaventura, cuya inversión y dinámicas de elección popular giran en torno a la productiva del puerto, cuando la información estadística de la Cámara de Comercio revela un panorama preocupante: A febrero pasado solo tres de cada diez personas tenían un empleo formal, además, la tasa de desempleo del distrito era del 26%, finalmente, con el 41 % de personas en pobreza. ¿Entienden por qué hay protesta?

Ante un abandono en cobertura por parte de la institucionalidad, las vías alternas son la informalidad o la adhesión a la criminalidad, puesto que acceder al mercado laboral se convierte en una odisea, partiendo de las ofertas salariales, la experiencia requerida y el apadrinamiento (palanca) que suprime la meritocracia. Frente a este problema creciente la capital del Valle no sale bien librada, el último reporte por parte del DANE señala que, la tasa de desempleo juvenil en Cali se situó en 25,8%, es decir que 106.000 jóvenes, entre 14 y 28 años, no tenían un empleo.

Los jóvenes pretenden un empleo digno, con oportunidades para la continuidad formativa, con tiempo libre y garante de confianza inversionista desde el punto de vista internacional. Para anterior, el gobierno Duque tiene a la mano el reto de transformar el país desde el Ministerio del trabajo, Educación y Ciencia, ajustando la agenda a los requerimientos globales como es el cambio climático. Crear puestos de trabajo sostenible es la apuesta a presente y futuro de las grandes compañías y gobiernos con economías desarrolladas.

Sería una tarea por el bien de la humanidad debido a que Colombia es el segundo país biodiverso después de Brasil y cuenta con el 50% de los páramos a nivel mundial. En adicional, se relaciona de manera directa a las propuestas desde la administración Biden (actual presidente de los Estados Unidos), quien, al cierre de la cumbre climática celebrada el pasado mes de abril, prometió la creación de “millones de empleos” verdes, con el fin de reducir los niveles de contaminación y emisión de gases de efector invernadero.

Para Colombia sería una oportunidad excepcional involucrar a los jóvenes en esta labor de recuperación del hábitat. Dejaríamos de pensar en las formas de desarrollo burgués, para dar cabida a la sostenibilidad comunitaria. El presidente tiene que escuchar y salir por un momento de la cápsula de poder para atender a millones de familias que han apostado por quedarse en sus territorios.

Tener la capacidad de pensar por mera empatía que, en unos años sus hijos serán jóvenes y tendrán que salir a repartir hojas de vida de bajo costo por el riesgo a invertir y no ser llamados. Los jóvenes y el medioambiente quieren hablar con usted señor presidente, a su mandato le queda una sola vuelta al sol, como bien lo dijo Gabo, en un mundo que sigue avanzando.