Siento que una de las responsabilidades más grandes del planeta, es sin duda tener un hijo, velar por su integridad, educación, valores y su futuro durante toda la vida no es una tarea tan sencilla. Sin embargo, sigue siendo el sueño de muchas personas, anhelando dejar un legado e infundir diferentes patrones de conducta partiendo desde la autonomía y el deber ser. Hasta ahora no he leído ni escuchado sobre un manual para ser los mejores padres y entregar las mejores enseñanzas a los hijos, pero lo que sí sé con certeza son ciertos errores que inevitablemente cometen algunos en su recorrido por la paternidad.

Para los que me conocen y a los que no, siempre me he mantenido firme en la decisión de no tener hijos ni adoptar; adoro los niños y me fascina contemplar cada una de sus etapas, su inocencia, sus risas y juegos, la buena educación que aún conservan y algunas de sus pequeñas ocurrencias. No obstante, no tengo el futuro comprado y en algún instante alguien o algo pueda hacerme cambiar de decisión, pero de una forma tan insistente y contundente porque la misión no es para nada fácil por diferentes motivos que en alguna oportunidad se los comentaré. Es por eso que quiero plasmar en una situación hipotética las enseñanzas que brindaría a mis hijos basándome en un monitoreo que he identificado en personas de mi núcleo social y bajo lo que me inculcaron mis padres, sin dejar de lado que cuento con la fortuna de tan maravillosa dupla, que gracias a su educación soy la persona de hoy en día.

Centrándome en mi objetivo, lo primero que les enseñaría a mis hijos es el respeto a la diferencia. Debido a la ausencia de lo anterior es que predomina tanta violencia en algunas personas, incluso en la propia familia. También respetar y comprender las diferentes orientaciones sexuales, y que esto mismo le permita a él o ella identificar su identidad y preferencia sexual. Estos temas ya no son ningún tipo de tabú. Por otro lado, brindarles la plena confianza para la comunicación y abordar asuntos como sus inseguridades, preocupaciones o temas tan controversiales como la sexualidad, ya que es fundamental que desde pequeños se conozcan a ellos mismos para tomar las mejores decisiones. Gracias a esa confianza poder convertirme en un portador de comodidad al momento de conversar de cualquier tema que les inquiete. Adicional a esto, qué alegría y orgullo poder apoyar y respetar las diferentes decisiones de nuestros hijos, entre esas, la de aceptar su orientación sexual, ya es suficiente el desgaste emocional que tuvo que enfrentar esta persona al identificar lo que realmente es y para que al rematar reciba el desprecio y juicio de sus padres. Eso es inaceptable. El amor predomina sin importar las decisiones de los menores.

Por otro lado, evitar infundir comportamientos y pensamientos machistas e implementar la equidad. Ya la mayoría estamos cansados de la predominancia de la discriminación y ausencia de igualdad, por ese motivo, deseo que tanto hombres como mujeres mantengan los mismos derechos, y el ejemplo desde el hogar es indispensable. Dentro de la casa también imponer reglas, dentro de esas, el uso que los menores le dan a los celulares o aparatos electrónicos, son muy útiles, pero algunos sobrepasan los límites de sus funciones e impide disfrutar a plenitud de la etapa de la niñez y parte de la adolescencia. Para todo hay tiempo. También, ahorrar e invertir en un mejor futuro para ellos. No permitamos que la peor deuda se convierta en la que jamás invertiste para tus hijos. Por este motivo, la educación y la disciplina jamás pasarán de moda. Qué desagradable es una persona maleducada e incómodo una persona que no busca salir de su ignorancia.

Me detengo un instante, mi pretensión jamás es desmeritar ni subestimar a las personas que desafortunadamente no han tenido la posibilidad de acceder a una educación de calidad. No obstante, es importante que desde pequeños aprovechemos las opciones que aún nos brinda el gobierno, como sus bibliotecas, becas, alternativas de financiación o en otros casos, compartir con compañeros que también les guste educarse y lo más importante y a lo que me hacía referencia, a infundir valores y principios ya que es un legado que dejará muchos frutos en estos individuos.

Por último pero no menos importante, alejar pensamientos sobre el qué dirán, ayudarlo a incrementar su fuerza interior y amor propio, asuntos que son precarios en algunas personas. Además, invitarlo a valorar lo que tiene y el interés por ahorrar para que reconozca que el dinero no es un objeto efímero que aparece cada vez que se le antoja. Sé que quizás dejé de lado otros asuntos, pero siento que para mí son los más primordiales. Tener un hijo no es un sueño ni un juego, es una responsabilidad seria y misión de por vida.