Exprópiese. Con esta frase inicia la publicidad de un candidato al Congreso, el tono de la voz de quien la pronuncia es sin lugar a duda, el fallecido presidente de Venezuela Hugo Chávez. Siguiente comercial. se escucha tráfico vehicular y alarmas de emergencia, continúa una voz diciendo, ellos eligieron el caos, a lo que pregunta: ¿Tú de qué lado estás? Siguiente comercial y menos creativo, “no vamos a permitir que cambien el rumbo del país, no vamos a ser como Venezuela.”

Los políticos que buscan hacerse reelegir con este tipo de mensajes falaces son unos hipócritas. Utilizan el éxodo venezolano como arma de intimidación. Caen en la xenofobia para cumplir su cometido. Se burlan de la desgracia ajena sentados en la fortuna que han hecho a base de mentiras, chanchullos, entuertos, enredos y todos los bajos negocios de los que se desmarcan públicamente, pero en privado son los que le aceitan la maquinaria.

No es fácil dejar todo e irse. No es fácil dejar de ser sujeto de derechos, para ser un objeto. La política debe centrarse en los sistemático, es decir, al modelo chavista se le hacen reparos de toda índole, pero ¿basar una estrategia publicitaria en los que ahora son sus víctimas? 

Amables lectores, para ser empáticos hagamos un ejercicio: en Chile hasta julio de 2021 había 1.500 colombianos, no es un secreto que ha sido una migración constante y con mayor influencia en los últimos siete años, según Migración Colombia. De acuerdo con lo anterior, ningún candidato en las pasadas elecciones salió hablar del fallido sistema socioeconómico de Colombia escudado en los migrantes que han llegado al país austral. Las propuestas eran asumidas desde la política exterior.

Gane quien gane, la democracia en Colombia está respaldada por la Constitución, se respeta la separación de poderes y se ejerce el derecho al voto. No voy a caer en el debate estéril si hay o no democracia. Muestra de ello lo ha dado la Corte Constitucional en los últimos años.  

Tampoco es aceptable las teorías conspirativas en relación con el Foro de San Paulo, como tampoco salir a acusar a un rival sin pruebas o hacer política con la guerra entre Rusia y Ucrania para enlodar el nombre de un rival. La publicidad política ha sido sacada de las cloacas, todos los partidos han caído en el juego de atacarse por lo bajo, sin mencionar las vallas que a parte de la contaminación visual son un bodrio, no transmiten ideas de proyectos, solo son insultos y pánico para feligreses.

Lo que buscan con su publicidad es que la gente se canse de verlos desconectados de la realidad, de atiborrar con desinformación, de posar valientes pelando los dientes, para luego ser un servil cordero en medio de las hienas. No olvidar los egocéntricos, que salen en publirreportajes o autoentrevistas mostrando su lado humano. Ridículos. 

Para cerrar he dejado el caso de Cali. La publicidad es separatista, tergiversa el discurso para fomentar dos bandos. Abundan los que quieren vender “seguridad”, pero no piensan en combatir el hambre, la pobreza, el desempleo, entre otros males que salieron a bloquear las calles. Candidatos, la respuesta a problemáticas sociales no es “seguridad”, por el contrario, son las iniciativas de ley que olvidaron pautar por estar pensando en el insulto creativo.