
Por: Zalathiel Cárdenas
¿Volveremos a la Escuela? es la pregunta que nos hacemos profesores, estudiantes y padres de familia, en una época en la que generalmente estábamos de regreso a clases. Y es que la pandemia por el covid-19 afecto la permanencia y asistencia de los estudiantes en el sistema educativo, pronto completaremos casi un año de estudiar desde casa en la modalidad de educación remota. Y tuvimos que asumirlo de esta manera, porque era esto o dejábamos de garantizar a los niños, niñas y jóvenes del país su sagrado derecho a la educación.
La Escuela por lo general es un reflejo de la realidad social, política y económica de una sociedad. En Cali por ejemplo, podríamos pensar en al menos dos realidades: una la de los estudiantes de colegios privados que cuentan con acceso a recursos tecnológicos, materiales educativos y conectividad y otra la de los estudiantes de las instituciones educativas oficiales -y de cobertura- en las que estas herramientas pueden ser casi un “lujo”. Es una realidad que el aprendizaje de muchos estudiantes, dependió en gran medida del compromiso de los docentes, quienes diseñaron y entregaron guías y material didáctico en sus casas. También vale la pena preguntarse si el nivel y la “calidad” de los aprendizajes construidos por los estudiantes, en esta modalidad de educación, respondió al desarrollo de competencias propuestos para cada nivel.
Es probable que en muchos casos, hayan sido los padres de familia quienes terminaron repitiendo o cursando un año lectivo. Pensemos por un momento en lo difícil que ha resultado esta situación para los padres que no tienen los conocimientos necesarios para orientar el aprendizaje de sus hijos, porque “Zapatero a tus zapatos” y los padres no son profesores.
El ser humano es social por naturaleza y necesita de otros para aprender. Ya lo decía el prestigioso psicólogo soviético Lev Vygotsky en su “Teoría sociocultural” cuando afirmó que el desarrollo cognitivo de los niños y niñas está influenciado por el entorno en que se encuentran y que el aprendizaje es un “proceso social” que se consolida a partir de la interacción con otros (mediadores). También, los norteamericanos Johnson & Johnson en su fascinante teoría del aprendizaje cooperativo, en el que profundizan en la importancia del trabajo grupal para lograr objetivos comunes y en las habilidades sociales que se construyen en la interacción entre pares.
Aquí radica la importancia del regreso de los estudiantes a los espacios que han diseñados y pensados como ambientes para el aprendizaje. Uno se preguntaría por qué si los gimnasios, bares, casinos y centros comerciales pudieron reabrir con medidas de bioseguridad ¿los establecimientos educativos no? Y entonces parecería que el único escenario posible para este regreso es la vacunación, pues logrando la inmunidad colectiva, junto a óptimas condiciones de bioseguridad cumpliríamos el anhelado propósito de ver a nuestros estudiantes de vuelta a clases.
Adenda 1: el regreso a clases, es la oportunidad que los docentes debemos aprovechar para promover en los estudiantes la responsabilidad, el autocuidado y la autoregulación. De seguro así, en unos años tendremos ciudadanos responsables que no necesiten ser sancionados por infringir la Ley.
Adenda 2: el regreso de los estudiantes a clases no es decisión de los docentes. Debe ser el gobierno nacional en cabeza de los Ministerios de Educación y Salud los que garanticen la vacunación a los estudiantes y docentes y óptimas condiciones de bioseguridad.
Adenda 3: finalmente la última palabra la tendrán los padres de familia, quienes están facultados para autorizar o no, el regreso de sus hijos al colegio.