Entiendo que te moleste la ciudad y su gente. Sus impúdicos vicios y la suciedad de las calles. Pero quédate por mí, por los buenos momentos en aquellos lugares testigos de nuestro cariño fraternal. Si eso no es suficiente, hazlo por la Ñañita que tanto te quiere. Todos te tienen un profundo cariño y dejarías de nuevo ese terrible vacío con tu partida.

Si regresas a aquel lugar, sabrá Dios si volverás con nosotros, y ni siquiera podré saber cuánto tiempo me tomaría saber de ti otra vez. Puede que ello me ponga mal de salud nuevamente, al igual que a Ñañita que tanto te quiere. Piensa en mí, piensa en ti. Ellos no pueden usarte cuando se les dé la gana, nada les da derecho sobre tu vida. Olvídate de patriotismos y de tontas ideologías, ese es el veneno que tiene mal a este país. Nadie lo percibe porque tienen las cabezas sumergidas en esas habladurías. Incluso tú, que eres capaz de hacerte matar por los supuestos principios de la justicia. Pero esos principios, esos solo son el discurso falaz de los más adinerados para hacernos matar entre nosotros. Ellos quieren el lado, por el lado que sea.

No quiero volver a verte solo en fotografías, no sabes la tristeza tan grande que me produce el hecho de que no estés bien por allá. Te prometo que ambos hallaremos la mejor manera de salir adelante, pero si te vas, esos sueños se van a resquebrajar. Aún estás enceguecido por la muerte de nuestra madre, ella no te querría ver allá tomando venganza. Le daría algo si viese esas fotos que me diste, aquellas donde estabas agarrando un fusil.

La paz no ha muerto si nosotros no dejamos que muera. Para lograr eso hay que dejar a un lado esas ideas de violencia que nos han metido con esos discursos de odio. Con esos nos alimentan sutilmente esa sed de hacer el mal, el daño. Pero la guerra no es más que un negocio lucrativo de los que anhelan el poder. ¿O por qué crees que los pobres son la carne de cañón de la guerra?

Somos nosotros los que vamos al campo a morir, mientras ellos cuentan los billetes, y luego las familias lloran la muerte de sus seres queridos. No les importamos. Quédate mejor, aquí serás más feliz. Con la Ñañita y conmigo. Aquí hay un poco de esperanza para vivir en paz, así la ciudad te parezca gris y triste, estaremos juntos para resistir contra ello. Más si te vas a la guerra, puedes morir, y lo haré contigo; la pena moral es algo terrible.

¿Acaso no recuerdas cómo murió papá esperando a que mi madre regresase? Ahí sentado en la silla mecedora, hasta que un día simplemente la tristeza lo mato. No puedo seguir yo con ese peso, con esa desgracia. Espero que todo esto te haga cambiar de parecer, que puedas quedarte aquí conmigo soñando y riendo. Aún somos jóvenes y somos una pequeña esperanza para este país, para este mierdero, como le llamas tú…