

Para la campaña presidencial que poco a poco va tomando forma, se han planteado diferentes temas que sin duda van a servir de filtro para tener un vencedor altamente comprometido con la sociedad y lejos de populismos. Se habla de una nueva reforma fiscal para solventar la crisis económica, de reformar la justicia con el ánimo de reducir los niveles de impunidad y que, además auxilie la descongestión de los despachos. Reformas laboral, pensional, etcétera…pero sin lugar a duda llegó la campaña climática a Colombia.
El cambio climático se ha convertido en un tema necesario y que ha venido levantando interés en el electorado, sobre todo joven, con el fin de saber cómo un nuevo mandatario estaría dispuesto a contribuir en la reparación y frene del cambio climático, a través de la conservación y reparación de la diversidad de nuestros territorios.
Es justo conocer las metas a cumplir junto con el proceso de implementación de cada uno de los candidatos, estipular fechas para los objetivos y condicionar un costo político dado un incumplimiento. En Colombia, no podemos seguir firmando acuerdos en pro de la naturaleza, pero nulos en fase de implementación, por recordar; en el año 2016 ante 175 países que aprobaron el acuerdo de París, nos comprometimos a tener cero (ojo y repito) cero deforestaciones al año 2020. La cifra que contrasta es del 56,3% en el primer trimestre del 2021, lo que equivale a 41.600 hectáreas deforestadas.
El foco de la criminalidad que atenta en contra de la biodiversidad son zonas alejadas y departamentos con niveles de pobreza y desempleo por encima del promedio nacional. Departamentos como Guaviare, Caquetá, Chocó, Nariño, Putumayo, Amazonas, Vaupés, son parte de la lista en el que a modus operandi solventan gran parte de su economía en el tráfico ilegal de materias primas y minería ilegal, sin tampoco olvidar la ganadería extensiva que se convierte en un riesgo para la sostenibilidad ecológica y atenta contra los ecosistemas.
El debate público también debe tocar asuntos internos de la Empresa colombiana de petróleos (Ecopetrol) quien se convirtió en el máximo accionista del Grupo ISA con el 51,41%. Sería necesario conocer a fondo lo que se pretende lograr durante el periodo de transición energética en el país, es decir, el proceso mediante el cual se va a dejar a un lado la dependencia de hidrocarburos, lo que implica saber el rol que va a desempeñar la empresa más importante de Colombia.
Otro de los agendamientos se centra en la explotación de carbón. Los colombianos debemos conocer el futuro de un sector que ha tenido en el último año cotización a la baja en el mercado internacional, tanto es así que; el decrecimiento alcanzo un nivel máximo de 10,3%. La disminución es evidente y la exportación apenas ha sido del 4,4%, lo que ha puesto en jaque el sector carbonífero, por lo tanto, es necesario colocar sobre la mesa la viabilidad y ganancias versus costo ambiental y contaminación.
La delimitación de los páramos, de los parques y reservas naturales, la erosión costera, los monocultivos de palma para la elaboración de aceite, la ampliación del mercado agrícola en el exterior, la elaboración de vías terciarias para la facilidad en el transporte de la producción campesina, la capacitación teórica en producción orgánica, declarar sujeto de derechos a los ríos del país, crear puesto de trabajo verde para los jóvenes, en fin … Promesas que deben tomar forma con urgencia, no podemos seguir pensando un país a futuro cuando el cambio climático es una realidad.