Por: Daniel Felipe Otálvaro Ramírez.

En el mes de agosto se van a cumplir 42 años del artículo “Desventuras en el país Jardín de Infantes”, escrito por la fallecida periodista Elena Walsh y publicado en las páginas de Cultura y Nación del periódico Clarín de Argentina. Lo que en su momento contribuyó a la predicción de una problemática social-política a causa de una dictadura, hoy nos recuerda cómo se asumen las percepciones de realidad y los riesgos que se toman al pretender esconder o negar conductas que demuestran un mundo dantesco.

La citación a Walsh se da por la cancelación de caricaturas con comportamientos menos ajustados a lo políticamente correcto que otras, y es que las opiniones expuestas desde el Times de New York afilan nuevamente la guillotina, esta vez en contra del ratón Speedy Gonzales y esperando ser tan efectiva como lo fue con el zorrillo Pepe Le Pew de Looney Tunes y los libros de Dr. Seuss, “El Grinch”, “El Lórax” y “El gato con sombrero”, estos últimos por fomentar el racismo.

Las reflexiones escritas en 1979 regresan al presente para sentar una posición en una disyuntiva que pareciese quijotesca.  Nos permite comprender el concepto de comportamientos en un dibujo animado, el cual nos dio proximidad al mundo adulto, en una época en la que solamente pensábamos en de hora comer, dormir y Warner.

En el caso de Colombia se le añaden las rondas infantiles a la que fuimos expuestos durante años y quizás continúen cantándose en jardines infantiles, nos divertimos inocentemente con rimas, coplas y canciones, con una semántica altamente discriminatoria. Entonamos el “Arroz con leche” sin darnos cuenta del sentido machista que lo compone, al igual que “Sammy el heladero” en la que a través de la figura de un pingüino se retrata el secuestro, a propósito ¿Por qué tiene que suceder en África?.

Ahora somos jóvenes con un pie en la edad adulta, elaborando una revisión de lo que fuimos en la infancia y adolescencia, actuado como unos sensores de lo bueno y lo malo en el ámbito cultural de una sociedad, incursionando opiniones frente a contenidos animados que se convirtieron en clásicos, reflexionando más allá de los gustos. Argumentado desde las expresiones y actitudes de los personajes que establecieron las temáticas de nuestras celebraciones de cumpleaños.

Ahora se mira de frente expresiones xenófobas, homofóbicas y machistas, que estuvieron allí sin darnos cuenta, aunque para Elena Walsh, el productor-consumidor de cultura necesita saber qué pasa en el mundo. Definición que se ajusta a los niños que fueron, lo son y lo seguirán siendo. Por lo tanto, de nada servirá el revisionismo histórico de nuestros días, si no existe una explicación y acciones que contribuyan a la erradicación de las problemáticas sociales derivadas de la discriminación.

Del Jardín de Infantes de Elena Walsh no hemos podido salir, seguimos planteándonos interrogantes del mundo y sus culturas como la niña porteña Mafalda, igual de visionarios y progresistas. Por lo tanto, llegar a afirmar que desaparecer las caricaturas permitiría la construcción de una sociedad más justa y diversa, requiere una discusión entre las partes, los que aprueban la cancelación y los que minimizan el problema. Debate que termina con escopetazo en contra del dibujo animado, como si fuese la temporada de patos o la temporada de conejos.