Cansado de que la gente le pregunte por la culminación del paro,  y de que muchos  Uribistas estrato dos y tres  con deudas hasta el cuello le manifiesten  que  ya están ‘hartos’ de los bloqueos, debido a que uno de los principales motivos que les  preocupan a estos apáticos e indiferentes es que ya no pueden ir a ‘faloriar’ a los supermercados y participar con la factura en una rifa de un carro que nunca se van a ganar, además porque que les  da más prestigio realizar las compras de la canasta familiar en las principales cadenas de supermercados cuyos propietarios son las elites del país, que en la central de abastos, donde al caminar  pisan cascaras de frutas podridas y es poco estético cargar un costal con una mano y  con la otra  sacudirse de toda la suciedad que los rodea. Aquel escritor irreverente se encerraba en su despacho con un ‘periquito’ de tomar de esos que le gusta a Duque a escribirle a un país desinteresado por la lectura y en el cual,  un gran número de habitantes utilizan su boca sin ponerse de acuerdo con su cerebro. Pero un acontecimiento cómico y a la vez real, le cambio la idea de su tema principal.

A la hora de ingerir las medias tardes, el vecino le imploraba a Dios que no perdonara a Duque cuando hiciera presencia divina en la faz de la tierra. Le vociferaba  al mejor estilo de Rock al Parque que el segundo presidente más joven del país y el presentador del programa con los números más bajos en audiencia, evitaba el karma tocando guitarra y haciendo ‘jugaditas’ maestras con la pelota, mientras el país se desangraba en una guerra civil,  en la cual,  el único culpable, según las banalidades de unos cuantos sujetos, es el líder de la Colombia Humana.

El pastor de la iglesia con un gran numero de feligreses, se sentía culpable de no poder hacer nada desde la comodidad de su hogar. Le decía al rey de reyes que quisiera estar luchando en la primera línea o marchando como lo ha hecho la ‘muchedumbre’, esa que no tiene dinero para comprar un arma, ni jugar un deporte elitista como el tenis, así como lo hace Andrés Escobar; esa que considera que la educación en Colombia es un bodrio; qué las condiciones laborales deben cambiar, entre otras. Le pedía disculpas porque ahora se siente más colombiano que nunca. Porque tiene nietos y sobrinos, y por ende quiere un futuro mejor para ellos… también se justificaba diciendo que su edad y sus patologías no le permitían ni siquiera terminar los recorridos de las marchas.

Ante ese sentimiento de culpa e impotencia, el ‘evangélico’ como es conocido por la comunidad, decidió optar por la flagelación -aquella técnica que inventaron los romanos para castigar con latigazos en la espalda a quienes se consideraban como criminales- y a su vez, pedirle al todo poderoso por un cambio social que le permitiera a la nación dejar de ser un país tercermundista.

Los vecinos decidieron llamar a los escoltas de la ‘gente de bien’, a los que se visten de verde y solo son valientes para defenderse como los animales, en manadas, es decir los señores agentes, mientras el escritor de esto tan feo escuchaba de manera atenta las loqueras que no era tan loqueras.

Al llegar los personajes más odiados por la juventud los últimos días, aquel loco los recibió con una catedra: “no queremos vivir más en una dictadura, no queremos ser la Perú de Fuji Mori, la Chile de Pinochet, la Argentina de Videla, la Paraguay de Alfredo Stroessner, la Ecuador de Guillermo Rodríguez, el Uruguay de Juan Bordabbery y la Alemania de Hitler”; yo ya había leído sobre estas dictaduras y al escucharlo me sonreía porque como dicen los papás, “los niños, los borrachos y los locos no mienten”, y también porque he aprendido que cuando un ciudadano le habla con argumentos y contextos culturales a los adoctrinados policías, estos no tienen nada que responder, simplemente titubean, porque resulta que  ellos son unos iletrados, y,  nosotros,  el grupo de vándalos conformado por Derechos Humanos, Defensoría del Pueblo, el Sutev, desempleados, trabajadoras sexuales, padres de familia y periodistas con compromiso social, somos más cultos y letrados.

Al final el loco les quito el arma, sintió que no podía sostener una conversación con un par de ignorantes que terminaron de encolerizarse cuando el vecino les hablo de el uso de testaferros por parte del gobierno y de las fortunas que amasan gracias al cáncer del país, la corrupción.

Por eso, en honor a ese loco y a todos los que somos vándalos, decidí cambiar la temática de mi escrito, porque en lo que va del paro he esclarecido que el pueblo no se une únicamente cuando juegan los tibios de la Selección Colombia, se une porque considera que Colombia tienen los recursos para lograr un cambio que permita reemplazar el flagelo del secuestro, los asesinatos, las desapariciones y las violaciones por acciones de calidad humana.

Ya terminando, quisiera quitarle el látigo al adulto mayor y entregárselo a los ciudadanos de bien, al Gobierno y quienes me preguntan lo que me incomoda. Por eso les digo, si quieren que el paro pare, Europa los espera.