Aislamiento, noticias falsas, información sin contrastar, filtros, vidas sobreactuadas, exposición de parejas, hijos y vidas perfectas imperfectas, recetas saludables, viajes impresionantes.

Las redes sociales introducen en nuestro hogar un mundo que no siempre representa la realidad. Y la multitud de estudios derivados del boom de las redes arrojan datos nefastos para nuestra salud mental sobre las consecuencias de su mal uso.

Las redes sociales están diseñadas para que te quedes enganchado a ellas, para que sigas buscando, visualizando, opinando, para robarte un precioso tiempo que podrías dedicar a otros hábitos más saludables. Tú crees que te distraen, que aprendes, que te entretienen, incluso que te evaden. Pero si no haces un uso adecuado y responsable de ellas, puedes sufrir consecuencias directas en tu salud mental.

Varias investigaciones han encontrado una relación entre el mal uso de las redes sociales y los trastornos del sueño, la baja autoestima, la soledad, la desinformación o la baja satisfacción con la vida. ¿Cómo podemos permitirle a una aplicación que nosotros hemos elegido instalar en nuestro teléfono, que disminuya nuestra satisfacción con la vida? De locos, como dicen ahora los adolescentes. Es de locos.

El uso de redes sociales estimula un neurotransmisor, la dopamina. La dopamina, nuestra gran aliada de la felicidad, también se estimula con el juego, con el sexo o cuando comemos. Es la encargada de generar deseo. La dopamina nos sienta fenomenalmente bien, por eso siempre buscamos más. Y las redes sociales tienen el poder de activarla, tanto, que hoy ya existen casos de adicción a las redes sociales, como hay adicción al juego, al tabaco, al alcohol o al sexo. Ojo con los placeres, que si te excedes, te esclavizan y te vuelven adicto.

En una entrevista realizada a Amanda Baughman de la Universidad de Washington en la revista Investigación y Ciencia, la experta afirmó que las redes sociales nos generan una disociación importante. Nos desconectan de lo que estamos haciendo, comiendo, hablando con amigos, trabajando o viendo la tele. Dejas de estar presente mentalmente, a pesar de que físicamente sí estés ahí. Nos desconectan de lo que estemos haciendo para conectarnos con el contenido que se publica. Y el poder de atracción de las redes es tan fuerte, que cuando nos damos cuenta, hemos perdido más de media hora subiendo y bajando pantallas. Deslizas dedo hacia arriba, deslizas dedo hacia abajo. De vez en cuando un like, otras veces una crítica, y ahí nos quedamos, en el limbo de las redes.

Otro problema de las redes es el tiempo que les dedicas. Leer en redes, ver vídeos o quedarte leyendo en una publicación, no supone ningún esfuerzo para la mente. Están diseñadas para que te quedes dentro. Pierdes la noción del tiempo. Empiezas por consultar una duda en Google, de ahí entras a ver qué hay de nuevo en tu Instagram, te interesas por una decoración de interiores, después escuchas nimiedades en un vídeo de una influencer a la que estás pensando dejar de seguir, la pones verde, y sigues deslizando el dedo viendo imágenes, vídeos, músicas o consejos de las personas a las que sigues. A continuación, pasas por tu muro, miras los comentarios que te han dejado, los likes de tus últimas publicaciones, agradeces, criticas, y cuando te das cuenta, llevas más de media hora perdiendo tu precioso tiempo sin haber hecho absolutamente nada de provecho.

¿Y qué me dices de cómo afecta a la autoestima y a la frustración con la vida? Cuando observas fotos y vídeos de vidas y personas idealizadas, retocadas, con vidas simuladas, tomas esos referentes como reales y terminas pensando que tu vida es triste y mediocre. Porque te has llegado a creer que lo que ves en redes representa lo que tú querrías y a lo que no llegas, y que otras personas si lo tienen y tú no. Cuando realmente no tenemos ni idea de si esas vidas existen o son ficticias. Esas vidas no son un modelo ni un ejemplo para ti, ni para nadie.

En el estudio de Primack se concluyó después de entrevistar a miles de estadounidenses jóvenes adultos, que cuanto más tiempo pasaban conectados a plataformas como FacebookLinkedInYouTube, etc., mayor era el sentimiento de aislamiento. Porque el tiempo que dedicas a navegar y a estar conectado en estas redes es tiempo que te quitas de vivir experiencias reales, presenciales y auténticas. Además, dejas de entrenar tus habilidades sociales, lo que provoca una inseguridad posterior al relacionarte en vivo y en directo.

Incluso un estudio de la Universidad Erasmus de Róterdam asegura que el uso del teléfono móvil y la tecnología aumentan nuestro agotamiento físico y mental.

Y para remate de la salud mental, cuando tomas conciencia de tu pérdida de tiempo, aparece el sentimiento de culpa por compararte con la vida de alguien que no existe, por tratarte mal por no ser capaz de ser tan guapa, tan exitosa, tan divertida, sexi, eficaz o ingeniosa como esa persona a la que admiras. ¡Basta!

  • ¿Te sorprendes comprobando lo nuevo que entra en tu móvil cada dos por tres aun habiéndote prometido que no tocarías el móvil durante un rato?
  • ¿Te sientes mal por perder literalmente el tiempo viendo publicaciones que ni siquiera te interesan?
  • ¿Te sientes mal por dedicarle tanto tiempo a las redes sociales sabiendo que podrías emplearlo en otras actividades más saludables?
  • ¿Sigues conectado al trabajo después de que finalice tu horario de trabajo comprobando el correo, el WhatsApp y otras aplicaciones e incluso te parece mal no estar pendiente?
  • ¿Entras al trapo en redes sociales con temas que no te dan de comer, pero con los que terminas rabioso, frustrado o deprimido?
  • ¿Te crees noticias no contrastadas simplemente porque salen en redes?
  • ¿Utilizas el móvil en el auto?
  • ¿Utilizas el móvil cuando estás con otras personas, cuando comes o en situaciones en las que deberías prestar atención plena al presente?
  • ¿Sientes ansiedad o malestar cuando no lo llevas encima, como si te faltara algo?
  • ¿Te cuesta concentrarte y estar atento al presente?

Hagamos un uso razonable de las redes sociales. No es tan complicado. La mayoría de nosotros ha vivido una vida digna, bonita y divertida cuando estas aplicaciones no existían. Seguro que somos capaces de convivir sanamente con las redes.

Fuente: Abcblogs