Una máquina pensante y sintiente.

Así se refirió Blake Lemoine, el ingeniero de Google, a LaMDA, el sistema de inteligencia artificial de Google. Se hizo viral. Lo leímos en todos lados.

Pero, ¿cómo es esta “máquina”?

Con referencias a película de ciencia de ficción antigua, se podría imaginar a LaMDA como un robot que toma forma humana, abre los ojos, toma conciencia y habla. O como HAL-9000, la súper computadora de 2001 A Space Odissey y que en Los Simpsons, a modo de parodia, tiene la voz de Pierce Brosnan, ama a Marge y quiere matar a Homero.

La realidad es un poco más compleja: LaMDA es un cerebro artificial, está alojado en la nube, su alimentación son millones de textos y se autoentrena.

Un supercerebro

El LaMDA (Language Model for Dialogue Applications, modelo de lenguaje para aplicaciones de diálogo en español) fue diseñado por Google en 2017 y tiene como base un transformer, es decir, un entramado de redes neuronales artificiales profundas.

“Esta red neuronal se entrena con grandes cantidades de texto. Pero el aprendizaje es por objetivo y se plantea como un juego. Tiene una frase completa pero le quitas una palabra y el sistema tiene que adivinarla”, explica Julio Gonzalo Arroyo, catedrático de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) en España e investigador principal del Departamento de procesamiento del lenguaje natural y recuperación de la información.

Juega consigo mismo. El sistema pone palabras por ensayo y error y, cuando se equivoca, como si fuera un cuadernillo de actividades infantiles, mira en las últimas páginas, ve la respuesta correcta y así va corrigiendo los parámetros, afinando.

A la vez, “identifica el significado de cada palabra y pone atención a las palabras que la rodean”, sostiene Gonzalo Arroyo.

Así se vuelve especialista en predecir patrones y palabras. Como ocurre con el texto predictivo en tu teléfono celular, solo que aquí ampliado a la enésima potencia, con una memoria mucho mayor.