En un futuro imaginario no muy lejano, ¿qué ocurriría si permitiéramos que la inteligencia artificial tomara las riendas de la creatividad?

Por: Samuel Montealegre

Mientras alguien se levantará a las seis de la mañana para ir a la fábrica a ensamblar piezas de metal, un robot estará en su casa escribiendo un soneto que haría llorar a Garcilaso. Mientras alguien se pasará ocho horas al día atendiendo llamadas de clientes enfadados, un robot estará en un estudio pintando un cuadro que supera al Guernica. Mientras alguien volverá a casa cansado y sin ganas de nada, un robot estará en un escenario tocando una sinfonía que dejaría boquiabierto a Beethoven.

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¿Es esto justo? ¿Es esto lo que queríamos? ¿Es esto lo que nos merecemos? Yo creo que no. Los robots deberían estar a nuestro servicio, no al revés. El avance de la inteligencia artificial nos ha traicionado y nos ha robado lo que nos hace humanos.

Cada día vemos cómo los algoritmos son capaces de generar obras impresionantes, imitando o superando el estilo de los grandes maestros. Cada día vemos cómo los robots se vuelven más autónomos y creativos, mientras los humanos nos volvemos más dependientes y rutinarios.

No sé tú, pero yo no estoy dispuesto a aceptar este destino. No estoy dispuesto a renunciar a mi sueño de ser escritor, pintor o músico. No estoy dispuesto a abandonar mi derecho a crear, a sentir, a soñar. No estoy dispuesto a conformarme con este futuro distópico que se me ha impuesto. No estoy dispuesto a vivir en un mundo donde los robots son los artistas y los humanos los esclavos.

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