¿A los cuántos años se dio cuenta de que la Jamaica no es endémica de México? Siga con confianza y descubra conmigo más sobre esta maravillosa flor.

Por: Natalia Londoño

Todo lo que sabía sobre la Jamaica, antes de conocer México, se lo debía a mi abuelito Jaime y al Chavo del Ocho. Cali es calentura, y por sus excepcionales 30° con sensación térmica de 35°, una bebida fría es imprescindible en tremendo calorón; y por eso, él siempre tenía lista su buena jarra de Jamaica, apenas para la sed: así como las vendía el Chavo en la vecindad.

En México, el negocio de las aguas frescas es un éxito. En los mercados, las paleterías (en un litro o medio litro), y al lado de cada puesto de garnachas están las estrellas del show: Jamaica, tamarindo y horchata. 

Y es que, por el arraigo cultural y gastronómico de la Jamaica en el país Azteca, podríamos suponer que es endémica de la región, pero como dicen los mexicanos: “¡ni madres!” Es originaria de África, pero en el estado de Guerrero se encuentran los sembradíos en los que se producen anualmente 7 mil toneladas de esta polifacética flor.

Hay quienes, con un sorbo de su agua, fruncen la boca, aprietan los ojos y la dejan a un lado. En defensa de esta infusión con un sabor entre ácido y dulzón (que al parecer llegó en la Nao, desde la China), diré que es el mejor acompañante para unos taquitos al pastor o una gorditas, porque es reguladora de triglicéridos y colesterol, y súmele que es diurética… ¡Hemos encontrado el equilibrio del “ñam”!

Y si hablamos de bebidas emblemáticas latinoamericanas, el agua de panela es otro néctar de los dioses que se consume en diversos países de América del Sur, pero ha alcanzado su máximo nivel de popularidad en Colombia y Venezuela.

En un principio, el agua de panela era la bebida por excelencia de la clase obrera colombiana.  De hecho, en el Eje Cafetero es conocida como “La Bogadera”, y el refresco perfecto para los campesinos en jornadas de recolección en los cafetales… Es que, de solo pensar en tomar un buen vaso, acompañado de un chorrito de limón, se me hace agua la boca.

Hoy en día, esta bebida, al igual que el agua de Jamaica en México, es muy común encontrarla en restaurantes y cafeterías como la sobremesa del almuerzo, o “corrientazo”, como también le llamamos.

¿Será mejor una u otra? Aún no lo sé. Por ahí dicen que “Naironman” sube montañas de Boyacá como una moto porque bebe a diario una taza de agua de panela… Pero otros -muchos- dan fe de que Jamaica les ayudó a controlar la ansiedad por la comida y como resultado, bajaron de peso.

Mientras continúo con mis investigaciones gastronómicas, ¿qué tal si más tarde te preparas una agüita bien buena? ¡Salud!