Por: Jonathan David Tangarife Quintero.

El pasado lunes 8 de agosto se radicó ante la Secretaría de la Cámara de Representantes la primera reforma tributaria promovida por el gobierno de Gustavo Petro, con la cual se busca recaudar aproximadamente 25 billones de pesos en el 2023.

Diversos sectores (principalmente uribistas y de oposición en general) han expresado que esta reforma resultará perjudicial para la mayoría de los colombianos, pero lo cierto es que su preocupación va hacia otros aspectos que están incluidos en ella, tales como los impuestos a las bebidas azucaradas y demás impuestos que ahora tendrán que pagar los más pudientes del país, es decir, los mismos que se están quejando.

A continuación, expondré de la manera más sencilla y digerible posible los puntos más importantes de la reforma tributaria del nuevo gobierno, basándome en el resumen de la misma publicado por La Silla Vacía en sus redes sociales.

El primer factor determinante de la reforma realizada principalmente por el ministro Jose Antonio Ocampo plantea que las personas que ganen 10 millones de pesos o más mensualmente tendrán que pagar más impuestos (incluyendo a quienes ganan esta cantidad a través de su pensión). Lo anterior parte de ciertas modificaciones realizadas a la Unidad de Valor Tributario (UVT, medida equivalente a pesos, que es empleada para determinar ciertas obligaciones tributarias, como el mismo pago de impuestos).

Por otro lado, se agregó el pago de impuestos a quienes posean más de 3 mil millones de pesos en patrimonio líquido (resta entre lo equivalente a propiedades, carros, etc. y las deudas de la persona).

Se determinó que no habrá más días sin IVA.

Se establecerá el pago de impuestos para bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados, esto con la finalidad de disminuir las enfermedades causadas por estos “alimentos” y la malnutrición de los niños y niñas, principalmente.

Habrá impuestos para los plásticos de un solo uso. Esto se suma al impuesto a las bolsas plásticas. Gran avance en materia medioambiental.

Finalmente, para la extracción de petróleo y de oro habrá un 10 % de impuesto, esto dependiendo de su precio en el mercado.

Como se puede concluir, todas las anteriores medidas contempladas en la nueva reforma tributaria van dirigidas a quienes tienen más dinero para pagar más impuestos, contrario a lo hecho durante el desgobierno de Duque: más impuestos para los pobres, y más exenciones para los ricos.

Es por todo esto que los uribistas están poniendo el grito en el cielo. Primero, porque, en términos generales, la reforma “afectará” a aquellas élites que siguen viviendo en una burbuja y que pensaban que siempre serían intocables en el sentido tributario, élite que, a propósito, representan porcentajes mínimos en el país (por ejemplo, según Luis Carlos Reyes, nuevo director de la DIAN, solo el 1 % de los colombianos ganan más de 10 millones de pesos mensuales, cifra nada sorprendente teniendo en cuenta los índices de desigualdad social y económica de Colombia). Y segundo, porque son oposición, y, por la forma en la que gobernaron durante las últimas dos décadas, se puede esperar cualquier cosa de ellos desde este nuevo rol, menos razonamientos y críticas lógicas.

Según el presidente, con esta reforma se logrará disminuir el indicador de desigualdad del Coeficiente de Gini de 0.54 a 0.49. Si usted no se encuentra dentro de los grupos más pudientes de este país ni es dueño de Postobón, no tiene nada de qué preocuparse. Se nos hizo costumbre que los menos favorecidos costeen los gustos y lujos de los ricachones, ahora que las cosas se están empezando a enderezar, nos quieren hacer pensar que el rico no debe pagar impuestos y el pobre sí. Se les acabó la guachafita. Una de las promesas más insistentes del hoy presidente fue la realización de esta reforma, tan solo un día después de su posesión, ya se encuentra radicada; esto es diciendo y haciendo.