Por: Jonathan David Tangarife Quintero.

En anteriores columnas de opinión he hablado sobre temas como las tasas nacionales de analfabetismo, la importancia de estudiar en Colombia, etc., pero ¿y si te digo que al régimen autoritario que nos ha gobernado durante toda nuestra historia no le conviene que nos eduquemos?, es decir, qué tal si te digo que el establecimiento no nos da educación gratuita y de calidad a todos los colombianos porque simplemente no quieren, ya que esto atenta contra sus intereses.

Si en Colombia hay tanto dinero como para que algunos políticos lo derrochen en publicidad y comprando aviones de guerra, ¿por qué no se invierte en poseer un sistema educativo gratuito y de calidad?, simple: porque no quieren, porque no les conviene.

Pienso que ese tipo de educación que he venido mencionando es el eje central para lograr conseguir gran parte de los cambios que necesita nuestro país, tales como la erradicación o disminución de la delincuencia. Según el profesor y director del Centro para el Capital Humano y Productividad, Lance Lochner, la educación puede afectar las perspectivas del mercado laboral de un individuo, ya que esta permite que se incrementen sus posibilidades de acceder a un trabajo legal y no tener necesidad de acudir a la realización de actividades ilegales.

Ahora bien, sin importar lo anterior, el régimen que siempre nos ha gobernado quiere seguir manteniéndonos inmersos en la pobreza y en la miseria no solo económicas, sino que intelectuales también, ¿para qué? Para poder seguir manipulándonos a su gusto y conveniencia, infundiéndonos terror y miedo frente a cosas que ni siquiera existen, tales como el supuesto “castrochavismo”.

Una sociedad ignorante y temerosa equivale a un grupo masivo de personas fáciles de persuadir y de convencer hacia fines negativos. Como Séneca le dijo a Nerón en su momento: “Tu poder radica en mi miedo; ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder”. Eso es lo que teme el establecimiento: el gran despertar de una nación que cada vez va abriendo más lo ojos y deja de ser un rebaño fácil de manipular.

Reitero que el verdadero cambio profundo que necesita este país se basa principalmente en el mejoramiento de nuestro sistema educativo. Por un lado, están los poderosos y magnates que nos siguen gobernando y que se siguen haciendo los de la vista gorda y lucrándose a partir de la ignorancia generalizada; y del otro lado está el progresismo, quienes realmente quieren cambiar positivamente las reglas del juego. Depende de nosotros, de los ciudadanos de a pie, escoger entre una política de la vida y una política de la muerte. Recuerden que quienes nos gobiernan trabajan para nosotros, quienes los escogemos, y no al contrario. El verdadero poder es ejercido por el pueblo.

Esquirlas: una vez más se confirma lo expuesto en una de mis columnas anteriores (ver “Sí hay plata para la guerra, pero no hay plata para la educación”): el gobierno, a través de la nefasta reforma tributaria que radicó en el Congreso, incluye un punto más que preocupante, un punto en el que se afirma que se disminuirá la inversión dirigida al área social y educativa de nuestro país y, en cambio, la que va dirigida hacia las Fuerzas Militares, seguirá intacta.