“No es una solución dar educación a los pobres,
si les das una pobre educación”.
Canserbero.

Todos hablamos y nos preocupamos -con justa causa- por las consecuencias sociales y económicas  que dejó la pandemia; sin embargo, poco se dice de los estragos ocasionados a los sistemas educativos y al aprendizaje de los niños y niñas. Creímos que el problema más grave había sido darnos cuenta que cerca de la mitad de los estudiantes del país no contaban con los recursos tecnológicos y la conectividad necesaria para estudiar desde sus casas. Pero no, el verdadero problema apareció con la pospandemia. La reapertura de las escuelas y el regreso a clase de los estudiantes ha dejado en evidencia el daño colateral del coronavirus: un retroceso en los aprendizajes, la imposibilidad de desarrollar procesos esenciales como leer, escribir, comprender un texto, efectuar operaciones básicas y resolver problemas sencillos.

¡De no creer!

Recordemos que uno de los hechos que desencadenó el aislamiento obligatorio de 2020, fue el cierre de las escuelas y la desescolarización de los estudiantes. Desescolarización físicamente hablándolo, pues sabemos que de una u otra forma la mayoría de los estudiantes continuaron su proceso de aprendizaje en modalidad remota o virtual. Fueron casi 15 meses en que los niños y jóvenes del país y de distintas partes del mundo, estudiaron a través de plataformas e-Learning como Moodle o Classroom y programas de videoconferencia como Zoom, Meet, entre otros. Pero muchos docentes se cuestionan la efectividad de los aprendizajes logrados a través de estos medios, en especial en educación inicial, básica y media. Para nadie es un secreto que en estas edades y etapas del desarrollo es fundamental la interacción física, la cooperación y colaboración entre pares

Es por esto, que tras el regreso de los estudiantes a las aulas, se ha develado el deterioro de los aprendizajes que pudiéramos catalogar como básicos. Muchos estudiantes evidencian dificultades para realizar procesos sencillos como leer, escribir un texto, comprender la idea central en un párrafo, realizar operaciones básicas y resolver un problema matemático. En términos de El Banco Mundial, aumentó la “pobreza de aprendizaje”, entendida como “la incapacidad de un niño de 10 años para leer y comprender un relato simple”, y que según datos de esta misma Entidad pasó del 51 al 62,5%; es decir, aumentó en 7,6 millones de niños más.

¡Desalentador panorama!

Coincidimos en que el cierre de las escuelas trajo consigo consecuencias de tipo social, psicológico y emocional; en particular para aquellos niños y jóvenes que hacen parte de los sectores más vulnerables de la sociedad. A esto habría que sumarle el incremento en la deserción escolar, la interrupción de servicios que se prestaban en las escuelas, como el Programa de Alimentación Escolar -PAE- y que el cierre de las escuelas representó para muchos niños y jóvenes el final abrupto de su proceso escolar.

Las pérdidas de aprendizaje y el aumento en la desigualdad social que dejo la pandemia, debería llevar a gobernadores y alcaldes a generar planes para fortalecer los aprendizajes de los estudiantes. Cali y el Valle del Cauca, requieren de un gran Programa de Nivelación Escolar de gran escala, que permita “recuperar” los saberes no alcanzados durante la educación en casa. Tenemos una gran desigualdad dentro de las mismas aulas de clases, la mitad de los estudiantes con buen nivel académico (quienes por lo general tuvieron acompañamiento de sus familias) y la otra mitad con bajos niveles de desempeño (con poco o ningún acompañamiento familiar). Es hora de ponernos “La 10” por la educación, pasar del discurso a los hechos. Nuestros estudiantes necesitan de una educación que promueva competencias matemáticas, pensamiento científico, la lectura crítica, la sana convivencia, la lúdica, el deporte y el desarrollo de habilidades socioemocionales; pero es responsabilidad de todos y no solo de los docentes.

Adenda 1: Aplaudo el programa “Todos y todas a estudiar” que en días pasado lanzó la Alcaldía de Cali, la Secretaria de Educación Distrital y el alcalde Jorge Iván Ospina. Podríamos decir que es un “Plan talentos 2.0”, bandera de su primera administración. Esperemos que esta iniciativa llegue a los jóvenes que más lo necesitan. A propósito ¿qué seguimiento se hace a estos programas? ¿Qué paso con los Jóvenes Talento de 2010? ¿Cómo impactó la formación de esos jóvenes en el mejoramiento de su realidad social y económica? Preguntas del tintero…

Adenda 2: Comenzó en firme la campaña presidencial de 2022. Escucharemos a todos los candidatos hablar de “lo humano y lo divino” sobre la educación. Esperamos un compromiso real del próximo presidente con este sector. El gobierno Duque se vanagloria de asignar el mayor presupuesto del PIB en educación; sin embargo, los resultados no son mayor cosa. No necesariamente mayor inversión implica mejores resultados, hay que saber focalizar los recursos.