“Calumniad, que de la calumnia algo queda”: Voltaire. Escritor, historiador, filósofo y abogado francés.

Este gobierno ha tenido desaciertos, y muchos. Pero hay que reconocerle los avances en su Plan Nacional de Vacunación contra el covid-19. Según datos del Portal Infobae “Colombia completa 28,9 millones de dosis de vacunas aplicadas”. Casi maratónico en tan solo 4 meses. Sin embargo, y pese a la disponibilidad de biológicos, muchos ciudadanos no quieren vacunarse. El gobierno ha fallado en su estrategia pedagógica y muchos dan más credibilidad a rumores y a la falsa información que circula en las redes sociales. En Cali, el alcalde sale a rogarle a la gente para que acuda a vacunarse.

Los mitos que se han construido sobre la vacuna, tienen de loco y descabellado. Nos han dicho que: la zona en la que se aplica la vacuna queda magnetizada, la vacuna nos modifica el ADN, nos implantan un chip para controlarnos, nos inyectan el covid-19, las vacunas no son seguras porque las desarrollaron en muy poco tiempo, las vacunas causan autismo, las vacunas producen infertilidad y muchos otros. Lo cierto es, que muchas de estas infamias han calado en el imaginario colectivo y habrían podido derrumbarse, en una sociedad informada y formada científicamente.

Veamos. Para desarrollar una vacuna existen diversos mecanismos: vector viral, inactividades y atenuadas, ARN mensajero y ADN, proteínas y subunidades proteicas. Miremos cada uno de ellos: 

  • Vacunas de vector viral: Utilizan un virus distinto al SARS-CoV-2, genéticamente modificado. Produce proteínas del coronavirus para generar una respuesta inmunitaria segura. Lo usan: Oxford, AstraZeneca, Sputnik V, CansinoBio y Janssen.
  • Vacunas inactivadas: Utilizan un coronavirus inactivado o atenuado que no provoca la enfermedad, pero genera una respuesta inmunitaria. Lo usan: Sinovac, las dos de Sinopharm y otras.
  • Vacunas con ARN o ADN: Es un enfoque pionero, utiliza ARN o ADN genéticamente modificado para generar una proteína que desencadene por sí solo una respuesta inmunitaria contra el coronavirus. Hasta ahora ninguna usa este mecanismo.
  • Vacunas basadas en proteínas: utilizan fragmentos inocuos de proteínas o estructuras proteicas que imitan el virus causante de covid-19, con el fin de generar una respuesta inmunitaria. Lo usan: Novavax.

Como ven, en ninguno de estos mecanismos, se inocula el virus o se le inserta un chip para controlarlo. Esta resistencia frente a las vacunas del covid-19, parecería el renacer de La Leicester Anti-Vaccination League, un movimiento nacido en Inglaterra a finales del siglo XIX, que se oponía a la vacuna contra la viruela desarrollada por el Dr. Jenner. Una ideología que estuvo alimentada por posturas sanitarias, religiosas y políticas y que generó que la vacuna contra la viruela se volviera obligatoria, penalizando a casi 3000 personas por no vacunarse.

Pero el siglo XXI requiere soluciones educativas y no punitivas. No es momento de sancionar al que no se vacune, más bien, hay que brindarle información científica para que comprenda que la vacuna puede salvar su vida. Esto requiere mejorar los niveles de educación científica del país. Educarse científicamente, es estar en capacidad de comprender temas y problemáticas de las ciencias. Un alto nivel de educación científica nos permite tomar posturas, participar en debates y decidir frente a situaciones del mundo moderno.

El reto que queda por delante es grande. El gobierno debe seguir adquiriendo vacunas a las farmacéuticas extranjeras, continuar con su Plan Nacional de Vacunación y fortalecer el sistema educativo, para alcanzar mayores y mejores niveles de alfabetización, culturización y divulgación científica. La educación científica es tarea de todos, del científico que hace ciencia, del docente que la enseña y del ciudadano de a pie, que está en el deber de divulgarla, y abandonar la proliferación de noticias falsas y sin fundamento científico.

Adenda: Desde años atrás, un grupo de docentes en Cali viene trabajando en el desarrollo de temas sobre Ciencia – Tecnología – Sociedad y Ambiente -CTSA-. Los temas asociados a este enfoque, se pueden abordar de manera transversal y así mejorar los niveles de educación científica en niños y jóvenes.