Desde que Alejandro Gaviria confirmó que se lanzaría a las próximas elecciones presidenciales, basándome en sus antecedentes, supe que es el reemplazo de lo que llegó a ser Sergio Fajardo en las elecciones del 2018: el camaleón de la política, y hace unos días eso quedó más que confirmado.

El pasado domingo se dio a conocer un video en el que se muestra un fragmento de determinado espacio que tuvo como invitado a Alejandro Gaviria. En aquel fragmento la conductora del programa le pregunta puntualmente al candidato: “¿Con quién haría alianzas y con quién no?”, teniendo, en el medio de los dos, una pantalla con el nombre de Gustavo Petro, Óscar Iván Zuluaga, Sergio Fajardo, Federico Gutiérrez, Rodolfo Hernández, Juan Carlos Echeverry, Jorge Enrique Robledo, David Barguil y Maria Fernanda Cabal. Para sorpresa de muchos, Gaviria afirmó que, de cara a una hipotética segunda vuelta presidencial, se aliaría con todos, excepto con Gustavo Petro y Maria Fernanda Cabal. ¡Qué lindo “centro”!

Es decir, entre sus aliados podrían llegar a estar políticos abiertamente uribistas y personajes que no le han servido en lo absoluto a este país: desde Zuluaga y “Fico”, hasta Fajardo y Robledo. La estrategia es clara: la constante búsqueda de aparentar estar alejado de los extremos, y siempre inclinarse hacia un “centro” político inexistente. Lo primero quiso lograrlo, en este caso, dejando de seleccionar al líder de la oposición (Petro) y a la peor opción presidencial de nuestra historia reciente (Cabal), pero, al intentar ser “neutral”, confirmó lo que muchos sabíamos: es más de lo mismo, o, ¿qué otra cosa se puede concluir del hecho de que esté dispuesto a aliarse con uribistas, corruptos e inútiles?

Alejandro Gaviria, más allá de las abundantes polémicas en torno a sus anteriores cargos públicos (sobre todo como Ministro de Salud), cada vez demuestra más que solo estamos hablando de un candidato facho, de derecha, que quiere que todo siga igual: pasando por su optimismo cuando nombraron a Alberto Carrasquilla codirector del Banco de la República, hasta lo comentado en esta columna.

No hay que ser ingenuos, como ya he mencionado en columnas anteriores, el tal “centro” no existe hoy por hoy en nuestro espectro político, no hay un centro entre políticas de vida y políticas de muerte; solo existen quienes quieren implementar un cambio verdadero y perdurable, y quienes, como Gaviria, quieren que todo siga igual, para así tener plena seguridad de que sus privilegios arribistas seguirán estando presentes. No se puede esperar un cambio real de alguien que no sabe lo que es vivir en la pobreza ni luchar día tras día para llevar un pedazo de pan para su familia. No se puede esperar un cambio de aquel que solo va a un restaurante popular a tomar sopa cuando está en campaña.

A falta de Fajardo, tenemos a Alejandro Gaviria, el nuevo camaleón de la política. Hoy clama cambio (centrándose más en derrotar a Petro, que en proponer reformas y reflexiones nacionales de fondo), pero más tarde estaría dispuesto a aliarse con los mismos que nos tienen hundidos en la miseria absoluta. No coman cuento.