Por: Jonathan David Tangarife Quintero.

En un país como Colombia es fundamental estudiar, tener acceso a la educación básica y superior, ya que esta es una de las bases del desarrollo intelectual y económico de una nación.

Según la Gran Encuesta Integrada de Hogares, del DANE, la tasa de analfabetismo registrada en el 2017 (la más reciente) señala que el 5.24% de los colombianos, es decir, 1’857.000 compatriotas son analfabetas, mientras que, por otro lado, según el Censo Nacional Agropecuario de 2014, el 12.6% de la población rural colombiana es analfabeta; cifras bastante desconsoladoras.

Lo anterior es la muestra clara de la enorme brecha que sigue existiendo en Colombia, país en el que sigue siendo bastante complejo acceder a una educación gratuita y de calidad, algo que, por estos días, sigue pareciendo una utopía. Además, también se refleja la falta de empatía que se sigue presentando hacia nuestros agentes rurales, ya que, en comparación con el porcentaje de analfabetismo nacional general, el de la población rural representa más del doble de este porcentaje inicial.

Ahora bien, en cuanto al papel que cumple la educación en el desarrollo intelectual y económico de un país, cabe destacar que este es fundamental, ya que, por un lado, los expertos afirman que una educación crítica, responsable y especializada es la que da como fruto la exportación de profesionales integrales, sea cual sea su área de especialización, contribuyendo así al incremento del desarrollo intelectual colectivo de Colombia. Por otro lado, económicamente hablando, una buena educación también puede aportar a la mejora de una economía nacional, debido a que, según varios estudiosos del siglo pasado, entre más eficaz y eficiente sea un sistema educativo, más productivos serán los individuos de la sociedad, y, por ende, será posible evidenciar un crecimiento económico colectivo a largo plazo, llegando así a reducir la pobreza y a promover un desarrollo equitativo.

Tampoco podemos dejar por fuera el hecho de que, para lograr llegar a tener un sistema educativo firme, gratuito y de calidad en nuestro país, , los jóvenes, debemos tomar cada vez más las riendas de nuestra nación, debemos saber elegir a nuestros gobernantes, planteándonos siempre las siguientes incógnitas: ¿con este candidato se podrá disminuir realmente el analfabetismo nacional? ¿Este candidato nos garantizará el total acceso a la educación? ¿Será este el político que logre promover el desarrollo intelectual y económico de nuestro país a partir de la educación? para conseguir que la educación pase de ser una utopía a una realidad

Como conclusión, quiero recordarles una de las muchas reflexiones inolvidables que nos dejó el gran Jaime Garzón: “si ustedes, los jóvenes, no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvárselo, ¡NADIE!”