Hace unos días estaba observando un video titulado “Hablar de política es tan importante como hablar de sexo” del canal de YouTube de Mamertolandia, en el cual su conductor principal, Mauricio Marulanda, abordaba las conclusiones a las que llegó luego de haber sostenido una conversación sobre política y actualidad nacional con jóvenes de grado once de un colegio privado. Esto me motivó a traerles en esta columna algunos de los fragmentos dichos por Mauricio, acompañados por mi experiencia personal.

El conductor del canal afirma que los jóvenes con los que habló no tenían ni idea de la tierra sobre la que ponen sus pies, ni mucho menos de política en general: no sabían qué es el Senado ni qué es la Cámara de Representantes ni que ambas cosas forman parte del Congreso de la República; lo único que tenían claro, afirma Marulanda, es que Gustavo Petro es comunista y “malo”. ¿A qué se debe esto?

Como lo expone Mauricio, por lo general la clase “media” (la cual, para mí, desde hace mucho tiempo dejó de existir en Colombia) se encuentra encerrada en una burbuja de la cual ni las instituciones educativas privadas logran salir; burbuja en la que todo lo que tenga que ver con política se ignora, a no ser que sea coherente con sus intereses particulares. Al no pasar por tantas necesidades como la clase pobre de nuestro país, estos jóvenes suelen vivir aislados de la realidad nacional y casi siempre se quedan única y exclusivamente con lo que sus padres le dicen al respecto; he aquí el otro problema: ¿qué tanto hay de cierto en lo que los padres le comentan a sus hij@s sobre política?

Claramente en la conversación que Mauricio sostuvo con los jóvenes, es posible notar que el concepto que tienen sobre Petro proviene de comentarios que han escuchado y que han carecido plenamente de argumentos: simples afirmaciones banales y vacías, probablemente provenientes de sus padres.

En mi caso, por ejemplo, nunca se llegaron a tocar temas políticos en el colegio donde hice mi bachillerato, ni siquiera en épocas de elecciones. A duras penas, como se dice popularmente, llegaron a explicarnos qué es el derecho al voto, nada más. L@s docentes y directivos de las instituciones educativas tanto públicas como privadas del país, de la mano con los padres de familia, tienen el DEBER moral de contextualizar a las generaciones más jóvenes en lo que respecta a la situación histórica y actual de nuestro país; OJO, no se trata de decirle a los adolescentes que X o Y político es malo o es bueno, y que por eso deben votar por X o Y funcionario público: ¡NO! Lo que se debe hacer es darle las herramientas necesarias al estudiante, para que este indague y se interese en conocer más sobre el tema y en forjar un criterio propio de cara a su adultez. No se trata de inculcar ideas, se trata de despertar ese espíritu patriota que tod@s llevamos dentro para que, en unos años, no debamos escuchar por todos lados el típico “yo no voto”, sino que siempre se puedan apreciar mareas de personas yendo masivamente a las urnas para ejercer conscientemente el derecho que les permite escoger a quienes nos representan.