Por: Jonathan David Tangarife Quintero.

Durante los últimos días se ha vuelto tendencia en redes sociales (como Twitter) el caso de la profesora (cuyo nombre reservaré por respeto a su privacidad) de un colegio de la ciudad de Cali (cuyo nombre también reservaré por las mismas razones), quien les asignó un taller a sus estudiantes sobre el tema de los falsos positivos y, al mismo tiempo, terminó recibiendo múltiples ataques y críticas hacia su persona por esta razón. ¿Por qué critican a las personas que dan a conocer los sucesos aterradores que se han presentado en nuestra historia y no arremeten contra aquellos individuos que los cometen? ¿Están normalizando estos hechos atroces y ahora es delito educar sobre ello?

Inicialmente, considero pertinente aclarar qué significa el término “falsos positivos”; pues bien, para quienes no lo sepan, los falsos positivos hacen referencia a aquellos civiles que fueron asesinados por las fuerzas militares de Colombia entre el 2002 y el 2008 (gobiernos de Álvaro Uribe) y quienes fueron presentados como bajas en combate. Hasta hace poco, según la Jurisdicción Especial para la Paz, la cifra de estos asesinatos asciende hasta las 6.402 personas.

Ahora bien, el pasado 7 de abril, el abogado y columnista uribista, Jaime Arizabaleta, publicó en su cuenta de Twitter la foto del taller que la profesora anteriormente mencionada le asignó a sus estudiantes; Arizabaleta acompañó la foto con la siguiente descripción: “Una profesora llamada *** de la institución educativa *** de la ciudad de Cali, puso esta tarea a los alumnos de 9 grado. Secuestran la educación unos tipos que, en lugar de enseñar, se han dedicado a la politiquería. Hay que denunciarlos.”

Entre las preguntas que estaban incluidas en el taller, se encuentran las siguientes: “¿Por qué es especialmente grave que el Ejército y el gobierno colombiano estén implicados directamente en el tema de los falsos positivos?”, “¿Cuál es la responsabilidad del expresidente Álvaro Uribe Vélez en el tema de los falsos positivos?”, entre otras.

Además del ataque propiciado por Jaime Arizabaleta, también llegaron más mensajes desprestigiando y arremetiendo contra la docente por parte de diferentes cibernautas en los que, incluso, llegaron a catalogar a la profesora como una “terrorista”; y es aquí donde me pregunto: ¿acaso es un delito enseñar sobre historia en los colegios? ¿Por qué atacan a las personas que revelan la historia y no a los actores materiales e intelectuales de los hechos aterradores que han sucedido en nuestro país a lo largo de la misma?

Desde hace años se han venido publicando diferentes productos periodísticos en los que se aborda el tema de los falsos positivos y el papel principal que jugó el Ejército y Álvaro Uribe en la perpetración de estos crímenes bajo el programa de su gobierno denominado “Seguridad democrática”, en el que se les brindaban diferentes incentivos a los soldados por la presentación de bajas en combate.

Como diría Napoleón Bonaparte en su momento: “Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”. En Colombia no debemos permitir que ataquen a aquellas personas que luchan por realizar pedagogía sobre temas tan ariscos en nuestra nación; al contrario, debemos apoyarlas y ayudarlas en su labor para que así por fin podamos construir un país próspero, en paz y en el que no se repita la historia.