A través de un comunicado oficial, el portal La Nueva Prensa dio a conocer que el pasado 22 de febrero uno de sus miembros, el periodista Julián Martínez, sufrió un atentado contra su vida en Bogotá. La Fiscalía y la policía ni se inmutan.

Como lo había anticipado Gonzalo Guillén, otro miembro del portal, por poco el régimen logra silenciar una de las voces más destacadas del periodismo investigativo actualmente en Colombia. Según el comunicado, aquel martes, “aproximadamente 3 delincuentes siguieron la camioneta en la que (Julián) se desplazó hasta un conjunto residencial. Julián se bajó del carro y dentro de él se quedó el escolta que conducía y en la parte de atrás el perro del periodista. Los delincuentes, que se movilizaban en un taxi, intentaron abrir una de las puertas traseras creyendo que quien estaba allí era Julián y no su perro. El escolta respondió la agresión con su pistola y los delincuentes se retiraron”. Por fortuna, Julián, su escolta y su perro salieron ilesos del atentado.

Cabe destacar que llamaron a la policía inmediatamente y estos tardaron una hora en llegar, además, una vez en el sitio, este no fue acordonado ni fueron realizadas las investigaciones inmediatas pertinentes en el lugar de los hechos. Posteriormente, Julián instauró el denuncio penal en la Fiscalía General de la Nación: entidad que, hasta el momento de escribir esta columna, no se ha pronunciado al respecto ni ha iniciado investigaciones de lo acontecido… ¿qué supone uno?

Por si no lo saben o no lo recuerdan, fueron los periodistas de La Nueva Prensa quienes destaparon el escándalo denominado como “Ñeñepolítica”, en el que se comprueba que el narcotráfico le compró la presidencia a Iván Duque, entre otros sucesos que siempre han incomodado al establecimiento. Es por esto que el régimen busca callarlos atentando contra sus vidas, siendo este uno de los tantos intentos afortunadamente fallidos por conseguirlo.

Días después del atentado, a través de su cuenta de Twitter, Julián Martínez afirmó lo siguiente: “Es extraño que los hechos ocurridos sucedieron al salir del apto de Piedad Córdoba y de coordinar una cita con la abogada de Don Berna. De recibir una denuncia del director de La Picota. Y tener documentos de que la bodega uribista funciona en un apto de la Oficina de Envigado”; lo que permite barajar la posibilidad de que lo tengan chuzado, cual época dorada del DAS.

Desde acá expreso mi profundo acompañamiento y mi más sincera solidaridad hacia Julián Martínez y los demás periodistas contrapoder tanto de La Nueva Prensa como del resto de medios alternativos. Sepan que no están sol@s, muchos colombianos y colombianas agradecemos su valiosa labor y trabajamos por un mismo objetivo: desenmascarar la putridez que se esconde detrás del régimen que nos gobierna y lograr un cambio positivo y contundente para Colombia.