
De descargar bultos a millonario.
Es calvo, alto, acuerpado, disléxico y le gusta tomar cerveza.
A primera vista, tiene pinta de ser el guardaespaldas de un gánster, o el Bouncer de algún club nocturno; en definitiva, un tipo con el que no te gustaría tener problemas.
Pero su arma preferida no son los puños, sino las palabras.
Su nombre es Isra Bravo y es uno de los copywriters más cotizados actualmente en el mercado de habla hispana.
¿Y qué es el copywriting?
Según cuenta en su libro Escribo porque me gusta ganar dinero, consiste en:
Mover las emociones de un estado a otro. Impactar para que no te puedan ignorar, te lean, te sigan leyendo, hasta el punto de haber dibujado una imagen tan clara en la cabeza de una persona, que no puedan evitar comprarte, registrarse, pedirte una cita o follar, o salir corriendo para no verte nunca más.
Piensa que vivir es vender o que la venta es la vida y que negociamos desde que somos pequeños.
Su punto de quiebre ocurrió una noche del año 2017 en Gijón, en la cocina del apartamento donde vivía. Estaba cerca de cumplir los 40 años y la desesperación e incertidumbre no lo dejaban tranquilo. Sentía el peso del mundo sobre sus hombros y que había fracasado.
Trabajaba descargando camiones y tenía una hija pequeña que mantener.
En ese entonces, ya tenía algo de experiencia como copywriter e incluso había registrado el libro Copywriting para atrevidos, su primer curso,en el Ministerio de Cultura.
Le gustaba el tema y escribía sobre anuncios que habían funcionado y sobre formaciones o experiencias con clientes. Prefería el trabajo físico solo porque al descargar camiones no tenía que hablar ni agradar a nadie.
Ganar dinero con la escritura era un comodín que utilizaba de vez en cuando y no buscaba ese tipo de trabajos, sino que dejaba que vinieran a él.
Comenzó con un amigo que tenía una empresa de mudanzas y hacía lo mismo que el resto: pelear por precio y decir que era muy profesional, signifique lo que eso signifique.
Un día, ese amigo le pidió el favor de imprimir un presupuesto para una empresa importante. Bravo notó que no era más que los ítems del servicio: embalaje, seguro, entre otros, junto con el precio y le sugirió que mejor contara la historia de cuando él viajó de Limerick a Dublín, un viaje de cinco horas, en pijama.
El presupuesto fue un éxito y ese amigo lo recomendó con un italiano que tenía una empresa de reformas para pisos particulares. Para él escribió una historia de un troglodita que se enamora de una troglodita y cómo la impresiona reformando su cueva con dos albañiles trogloditas.
El italiano le contó a un amigo abogado y a él le escribió la historia del inicio de su bufete: cuando su abuelo se enamoró de la hija de un sastre y montó el despacho al frente solo para poder verla todos los días.
Luego, cuando alguien lo contactaba para dar una charla en una empresa, enviaba la propuesta en una carta física, y para asegurarse de que fuera leída, le pedía a su hija que pintara el sobre con garabatos: perros con aspecto de marciano, un tren con alas, y cosas por el estilo.
Aclara que lo importante es enfocar las historias utilizando emociones, pero no las propias, sino las del que quiere comprar un producto o servicio.
Desde sus inicios en el copywriting y sin tener presencia en redes sociales, Bravo se ha esforzado por crear una lista de correo a la que le envía un email diario.
También cuenta con una membresía con más de 1.000 suscriptores, y a estos les comparte audios semanales, además de un encuentro virtual al finalizar el mes, para que lo acribillen a preguntas.
Muchos lo detestan porque lo consideran borde, como dicen en España, es decir, impertinente y antipático, pero creo que ahí reside gran parte de su éxito. Con su estilo, Bravo se aleja del resto de copywriters y lo raro, bien sea feo o bonito, llama la atención. Creo que vale la pena oír lo que tiene por decir, pues es una especie de Bukowski del copywriting, porque escribe de forma directa y brutal, sin aceptar ninguna convención y casi sin censurarse.
