
“Cascaron un policía acostado”
Latinoamérica es una región de contrastes, de lugares con mucho dinero y, a su vez, de muchas carencias; de lugares extremadamente secos y de otros donde llueve durante todo el año.
Pero, así como tenemos contrastes, existe algo que nos une también como latinoamericanos, y son las situaciones surrealistas que pueden acontecer en cualquier esquina. Para saberlo, basta con estar atento a lo que el escenario nos muestra.
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Un ejemplo de esto último ocurrió en una zona de la costa colombiana, donde sucedió algo que causó revuelo por lo absurda y por lo cómica que fue la situación… En el pueblo se le llamó: el asesino del tráfico.
La historia ocurrió en noviembre, por la vía externa que conduce desde el pequeño pueblo de Don Pascual Peña hasta la ruta conocida como la salida al mar, que finaliza en la ciudad de Cartagena.
En un tramo de la carretera de Don Pascual Peña, se construyó un tope reductor de velocidad debido a los constantes accidentes de tránsito, y dado que allí, al pie de la vía, se ubica una pequeña iglesia.
El alcalde del pueblo había ordenado construir un tope para que las personas tuvieran un poco más de precaución al momento de transitar por dicha vía, la cual es utilizada como cruce por un gran número de personas, especialmente los domingos.
Lo bizarro de la situación comienza cuando, sobre las 04:00 a.m., un conductor en aparente estado de alicoramiento decide bajarse de su motocicleta y comienza a romper el tope ubicado frente a la iglesia con un pico metálico que cargaba.
A esa hora y en un pueblo tranquilo, era de esperar que no apareciera ni una sola alma. La única persona que pasó por ese lugar, aproximadamente dos horas después de iniciada la tarea de destruir el tope, fue un joven turista suizo en una motocicleta alquilada, a quien le pareció muy curioso ver a un tipo solitario golpeando un policía acostado mientras lanzaba insultos y continuaba “dándole duro” y con mucha disciplina a su enemigo de cemento.
El joven continuó su camino pensando en lo que acababa de ver, y en si era simplemente un espejismo ocurrido en un país surreal.
El joven suizo, luego de 35 minutos, llegó a una pequeña estación de gasolina, donde se dirigió tranquilamente hacia una pequeña nevera para comprar una botella de agua. Allí, mientras tomaba su agua recién adquirida, de reojo vio como dos mecánicos se reían frente a un pequeño televisor que presentaba las noticias de un canal regional. En dicho noticiero, se estaba hablando sobre la destrucción de una parte del famoso tope que habían instalado días atrás para los habitantes del pueblo de Don Pascual Peña.
La noticia hacía hincapié en que ahora quienes pasaban por dicha ruta, debían darle una vuelta al tope dañado y que esto irónicamente estaba retrasando más el camino, incluso más que con el tope en condiciones normales.
“Oooh, I was there! One guy was destroying that in the morning”, dijo el turista extranjero, alertando sobre lo que había visto hace unos minutos.
Los mecánicos, bastante sorprendidos, se miraron con gran confusión, pues no entendían el inglés. Uno de los mecánicos, señalando la pantalla, dijo: “¿El policía acostado?… ¿Eso?”
El suizo, pensando que “policía acostado” significaba algo de tono humorístico, tal vez “borracho”, dijo: “Sí, ser eso”.
“Sí, policía acostado, ¿entonces usted vio quiénes le “cascaron” al policía acostado?”, replicó uno de los mecánicos.
“Ok, ‘cascaron policía acostado’. That’s ok. Thanks”. El suizo se fue feliz, pensando que había aprendido una expresión típica colombiana para referirse a algo curioso que ves en televisión.
Luego, el turista pagó la tanqueada de su moto, se despidió de los mecánicos confundidos, y se fue repitiendo en su mente la frase aprendida en la estación de gasolina.
Aproximadamente dos horas después, el joven suizo decidió parar en un restaurante de carretera en un municipio cercano a Cartagena. Allí, sentado en una esquina, vio un grupo de policías con cara de preocupación hablando sobre el accidente que le ocurrió a uno de sus colegas:
“Sííí, a Ramírez, yendo por la vía al mar, un tipo le salió con un palo, fijo era para robarle el arma de dotación. Pobre Ramírez, ¡yo sí le dije que no fuera solo! Ojalá que reaccione rápido, porque el golpe lo tiene un poco inconsciente en la clínica. Afortunadamente está bien, según los médicos, solo es dejarlo en reposo. Pero sí lo terminaron ‘cascando’, hombre”, le comentó uno de los uniformados a otro.
El joven extranjero, como muchos europeos que llegan a Colombia, sentía que todas las personas siempre están felices. Decidió levantarse y entablar una charla con los policías. En su cabeza seguía pensando que “cascaron al policía acostado” se refería a una situación divertida, así que fue a decirles rápidamente:
“Hello. I would like to try this new phrase with you (Hola. Me gustaría probar esta nueva frase con ustedes): ‘cascaron un policía’”… El joven olvidó la palabra “acostado”, debido a la dificultad de su entonación para un angloparlante o francoparlante.
Los policías se quedaron atónitos y le preguntaron: “¿En dónde ocurrió?”
El hombre, sin entender nada de español, hizo señas hacia su motocicleta. Uno de los policías (que en sus ratos libres estaba aprendiendo ingles mediante una aplicación), le dijo: “Where is the ‘cascaron policía’?”
El suizo respondió algo confundido: “Pascual Peña, small town… Pueblito… Iglesia. Hombre azul, t-shirt (camiseta). Red motorcycle (moto roja) and (y)… One metal (un metal)… Palo… Estar… borracho… too (también)”.
El policía decidió llamar a la estación del pueblo de Don Pascual Peña, al haber entendido un poco el mensaje del extranjero. Dio la orden de buscar un tipo bajo, de camisa azul, con una motocicleta roja, una barra metálica y en estado de alicoramiento. “Lo solicito por violencia contra servidor público”, concluyó.
La policía le agradeció al suizo por su colaboración y este se retiró a su mesa muy contento, pensando que “cascaron un policía acostado” continuaba siendo una gran expresión para romper el hielo.
Luego de tres días, el suizo decidió abandonar Colombia. En el aeropuerto, mientras ingresaba a la sala de espera, vio en un periódico regional la foto del sujeto que había visto hace tres días golpeando un tope de carretera, y decidió llevárselo como recuerdo del surrealismo colombiano y del hecho de haber aprendido una nueva expresión que, al menos para él, resultaba muy útil utilizar en Colombia. Y así se fue, con una sonrisa de oreja a oreja, feliz de su estancia en el país cafetero.
La noticia del periódico indicaba:
Gracias a la ayuda de un extranjero de origen europeo que se encontraba de mochilero, se dio oportuno aviso sobre la violencia ejecutada contra un servidor público. De inmediato las autoridades se dirigieron al pequeño corregimiento de Don Pascual Peña en donde, según testigos, los dos empleados de una estación de gasolina confirmaron que un joven rubio extranjero les había indicado que habían “cascado” o golpeado a un policía.
Luego de comprobar la veracidad de los hechos informados por los testigos, la policía agarró a un hombre de aproximadamente 45 años en estado de alicoramiento, durmiendo bajo un árbol en el parque principal. El hombre, al ser interrogado aún en estado de confusión, confirmó que golpeó con una pala un policía acostado. La estación del pueblo de Don Pascual Peña se comunicó con el hospital general, donde se encontraba el policía víctima del incidente un poco más consciente después de la contusión generada por los golpes, y este indicó que quienes lo habían golpeado habrían sido un grupo de adolescentes en un barrio de un pueblo diferente al lugar en el que vivía el hombre capturado. Sin embargo, al confesar actos de vandalismo a la propiedad pública, al capturado se le preguntó: ‘¿Por qué destruyó el policía acostado?’ El hombre dijo que antes, siempre que salía de tomar cerveza, llegaba tranquilo a su casa, pero que desde que está el policía acostado en la vía se ha accidentado tres fines de semana seguidos y que se cansó de arreglar la moto por los golpes recibidos.
Al sujeto le impusieron una multa, le aplicaron un comparendo y finalmente le decomisaron la moto bajo el compromiso de no volver a conducir borracho.
Así se cerró el caso que por unos tres días se encargó de llenar de memes y noticias cómicas los principales periódicos del país.
Mientras tanto, quedará la duda de si el joven suizo alguna vez intentará traducir la noticia del periódico que compró y entenderá toda la situación que generó, o si simplemente seguirá viviendo con la idea de que “cascar un policía acostado “ es una expresión amigable para romper el hielo.
Posdata: cabe destacar que esto nunca pasó, se trata de una historia de mi autoría.
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