Una nueva generación de futbolistas colombianos que no sueñan, sino que trabajan por la gloria, para recuperar la confianza y la fe de una fanaticada cafetera cansada de ilusiones vacías y resultados agridulces.

Por: Wilson Alejandro Sanjuan Esteban.

Un nuevo Sudamericano Sub 20 llegaba al país, y una ilusión casi inherente atacaba las mentes de los fanáticos del fútbol colombiano que aún tenían en su retina aquella gloriosa generación de jóvenes del 2005 que se consagrarían como campeones, con unos talentos no tan conocidos que iban desde Camilo Zúñiga hasta Radamel Falcao, quienes acabaron siendo los pilares de la generación dorada de la tricolor. Hace unas semanas esa ilusión parecía estar solo en la memoria, puesto que la situación futbolística de la Selección Colombia no era favorable para sus espectadores; no solo desde lo ocurrido en la grama, sino también desde su administración y las distintas categorías del balompié masculino.

Un aire de desconcierto llegaba, pero con tonalidades de la curiosidad de aquel niño al que le da pena mirar o saludar a la chica guapa del salón, pero que aún así lo intenta. Esto llevó a que poco a poco se recuperara la confianza en una nueva generación que comenzaría a demostrar con talento y ‘garra’ que había con qué ilusionarse. Hoy, la Selección Colombia Sub 20 espera por Brasil, ya clasificada, ahora disputando el liderato, habiendo eliminado a los ‘europibes’ de Argentina, jugando bien, goleando y sufriendo (es importante saber sufrir para levantarse y continuar).

Con jugadores como Gustavo Puerta, el capitán cafetero, el potente Oscar Cortés, el sagaz Kevin Mantilla, el veloz Edier Ocampo y el ‘Mágico’ Castilla (por nombrar algunos) hay un futuro prometedor de cara a los torneos de mayores, con jóvenes que van llamando la atención de equipos del viejo continente, como lo es Puerta hacia Alemania o Luna hacia España, y otros que siguen consolidándose en los grandes del país como es el caso de Oscar Cortés en Millonarios o Kevin Mantilla y Alexis Manyoma en Independiente Santa Fe.

¿Por qué no? Es la pregunta que ahora retumba en mi cabeza. ¿Por qué no ganarle a Brasil? ¿Por qué no ganar el Sudamericano? ¿Por qué no juntar a estos muchachos con los Lucho Díaz o los James Rodríguez? ¿Por qué no apuntar a la final de la Copa América? ¿Por qué no ganarla? Hay camino hasta allá, hay tela por cortar, hay procesos por cumplir, pero con lo que tienen los muchachos también hay material para construir con tranquilidad, paciencia y sin afanar ni agrandar imágenes (que mucho daño hace a las jóvenes promesas). Tenemos con qué llegar, por fin, a la tan anhelada grandeza.