14-agosto-2020.

A las santas palomas de los gringos, les recomiendan no visitar Colombia por ser un país que todos los días se acobija con una sábana blanca manchada de sangre y de mala fama. La cual, es imposible de despercudir mientras existan compradores compulsivos del polvo que destruye, para la muestra de un botón: los ciudadanos del  país de la NBA.

“El oro blanco  suele jugar un papel importante en la economía colombiana”, lo dijo Uribito, perdón, Andrés Felipe Arias en uno de sus libros.

Oferta y demanda; productor, socio, dealer, consumidor y adicto. Los patrones de Colombia lo han tenido todo para cumplir el sueño Americano, sueño que se les acaba cuando los esposan de manos y pies, y sueño que resulta imposible de cumplir para muchos colombianos cuando les niegan la visa por no cumplir con los requisitos.

Para ellos venir a Colombia no es conveniente por las dos pandemias: Covid- 19 y violencia, la violencia en Colombia está presente en todas las tipologías, pero hay un factor muy influyente, la bonaza ilegal. Atrás quedo la bonanza del café, del producto “principal” de Colombia, tan principal que Juan Valdez  llego a aparecer por unos segundo en la película “todo poderoso” que protagonizó Jim Carrey. “Directamente desde las montañas de Colombia”, dice el actor mientras le penetraban sus narices ese olor agradable. Ahora en las películas de Hollywood y del cine latinoamericano, cuando se trata de mafias o negocios relacionados con el alcaloide, en cualquier momento mencionan a Colombia. Pero no por el aroma agradable y el polvo café, sino por el polvo blanco cargado de químicos, el producto que  producen en laboratorios clandestinos en medio de las montañas y que penetra las fosas hasta acabar con el nasal.

Toda esa vergüenza ajena, se la debemos a el tráfico y la prosperidad ilegal de los carteles regionales que hemos tenido en Colombia, donde el lavado de dinero en bancos del país de uno de los mejores tenistas del mundo o de islas que son conocidas como paraísos fiscales fueron fundamentales para convertir ese tipo de negocios en “empresas legales”.

Para los años  80s y 90s la bonanza de los poderosos no solamente invertía en el reinado nacional de belleza, ese tipo de prosperidad se hizo notar en  fútbol Colombiano y en la política. En el fútbol quedo demostrado, cuando los capos trajeron jugadores de la talla de Gareca, Falcioni, Cabañas, Cueto, Perroti y hasta un atajador de penales en Italia 90: Goycochea. En la política, el caso más recordado fue la financiación de la Campaña de Ernesto Samper, la cual se convirtió en el famoso proceso 8.000, que también, termino salpicando militares, policías, periodistas, exjugadores y técnicos de fútbol.

Ante este tipo de situaciones y a las capacidades de los dineros mal habidos me nace un interrogante: ¿Que hará el Estado Colombiano cuando les incautan el dinero a los “agricultores”, financiar guerras?  Dicen que pasa al Estado y que un Juez determina qué hacer con esos dineros, pero si han financiado reinados, política y fútbol, no es descabellado pensar que con esos montos se pueden cubrir los gastos de una guerra o de guerras. Digo que no es descabellado porque para combatir a Escobar, el gobierno de Gaviria se alió con una organización llena de bandidos, en donde estos últimos ponían todo y el gobierno solo los dejaba proceder.

Fue tan negativo el impacto que tuvieron las exportaciones ilegales a Estados Unidos en los 90s, que en 1999 se creó el acuerdo bilateral con los gobiernos de Andrés Pastrana y Bill Clinton que se llamó Plan Colombia, con el objetivo de combatir el narcotráfico y “terminar con el conflicto interno”.

Ahora los Colombianos expandieron sus fronteras y los gringos siguen comprando de manera alocada cuanta droga sale al mercado. Pero a pesar de eso, ellos siguen siendo santos, se les olvida que portar armas en su país es como portar un condón en una billetera y también se les olvido lo del Ku Klux Klan o los psicópatas que entran a sitios públicos para disparar y asesinar al estilo de GTA5.