9-septiembre-2020.

Colombia se encuentra dividida: hay ciegos, sordos, mudos y conformistas, o sencillamente, quienes se hacen los locos; eso es triste. Pero creo que es más triste quienes para ellos la historia no tienen peso, y por medio de su docilidad y actitud gregaria, son adoctrinados y hasta amaestrados como animales en cautiverio.

El ser humano se encuentra en su derecho y deber de elegir a su representante y líder político; la constitución lo dice en el artículo 258: “el voto es un derecho y un deber del ciudadano”, dicho de esta manera, y respetando como muy pocos la constitución, cualquier persona que cumpla con la mayoría de edad está en la capacidad de escoger. El problema radica en que ese seleccionar pase a ser un simple ejercicio por moda, por un día de descanso o por una rebaja en el pago de un semestre, es decir limite la capacidad de análisis y el carácter de una persona.

Se publican imágenes en las redes con descripciones de usuarios que dicen: “yo no me olvido, yo tengo memoria”, describiendo que Uribe ha sido el mejor presidente porque le puso mano duro al vandalismo.  Fue con esa misma mano que hizo pactos con el ejército y los líderes de los distintos bloques de las AUC para acabar con la guerrilla.  En ese sancocho, con  diferentes escudos pero con un color de uniforme similar, trabajaban sobre el mismo objetivo militares y paramilitares, eran como novios viviendo un idilio, eran inseparables.

El 7 de agosto de 2002 se posesiona Uribe Vélez y al mismo tiempo da a conocer su lema: “mano firme corazón grande”, con el que da a entender que la guerra había que ganarla con las armas y por ende consideraba fundamental, más que la salud, el deporte y la educación; acabar con la guerrilla a sangre y fuego. No importaban las víctimas, no importaban los métodos, lo importante era exterminarla.

Entonces, si elegir es un derecho y la violencia siempre se ha combatido con más violencia, ¿cuál es el problema? El primer problema es querer tapar el sol con un dedo. El segundo problema es que ese sol se tapa gracias a los funcionarios y entidades de bolsillo. Y el tercer problema, el más grave y repetitivo, es que la personas si se están olvidando, no están teniendo memoria.

Cuando la reelección no era permitida, en el 2005, el congreso tramitó una reforma constitucional haciendo posible que Uribe gobernara 4 años más. Ante este nuevo periodo, quienes se oponían a la dictadura eran castigados con mano firme, mano firme de bala y mano de firme de “leyes”, como sucedió con los miembros del Partido Liberal, tendencia de Uribe, quienes fueron expulsados de la colectividad por oponerse a la reelección.

Pero la reelección pasó y Uribe gobernó, permitió que los colombianos pudieran transitar por las principales vías del país para disfrutar de los puentes en sus ‘finquitas’, creó la reforma laboral, la ley 100 y según cuentan los ventiladores que solo prenden cuando no se quieren podrirse en el nido, participó en la conformación de grupos de seguridad privada.

La ley ‘palito doble cero’ ha demostrado la ineficiencia del sistema de salud colombiano en donde la pandemia ha sido la mejor muestra de ello, hoy Colombia supera los veinte mil cadáveres.  Los grupos de limpieza, ya no se llaman Convivir, se llaman como las aves de presa o carteles y actualmente se encargan de alimentar las noticias con esta descripción: “otra masacre se presenció…”. Como si fuera poco, el mejor aprendiz, el más aplicado de la clase, el que le hace los mandados al señor que se encuentra dando entrevistas por más de dos horas, instaura el decreto 1174.

El colombiano se queja, pide paz, comparte publicaciones y noticias de masacres, digamos que como muestra de rechazo. Pero pide libertad, saca los ‘Crocs’, sale en su camioneta cuatro puertas a poner pancartas, lo peor es que lo hacen con la bandera de Colombia en sus manos. No se olviden que en esa colación ejercito- paras no sólo cayeron guerrilleros, sino también inocentes.

Ya Uribe harto y consciente de que no tenía la necesidad de ser Presidente para seguir siendo influyente en la arena política y el contexto nacional, dejo su poder a uno de los fundadores del partido con más participación en el senado, el partido de la U. Su representante y presidente de la república Juan Manuel Santos.

El premio nobel de paz, como testigo de los diálogos fallidos y ‘recocheros’ del Caguán, decide hacer un nuevo intento con las FARC- EP. Pero primero, los hostigamientos; tocaba incrementar los cadáveres, hacer la guerra para ganar la paz  y fortalecer las fuerzas militares a través de la continuación del impuesto de patrimonio para la seguridad democrática. Recaudando así más de ochocientos billones para llevar a cabo la guerra. “La guerra es un medio” dijo una vez Santos.

La FARC- EP, la guerrilla más antigua del mundo, las misma que perteneció junto a al Qaeda a la lista negra de la Unión Europea como enemigos de la humanidad, fue protagonista de tratos inhumanos: secuestros, asesinatos, abortos, reclutamiento de menores y atentados. Cualquier Colombiano que vea imágenes o consulte sobre lo mencionado, podría experimentar dolor de patria y todo eso podría ser la razón por la cual se agradecen los ochos años de Uribe, pues la paz, que fue lo que logró Santos con las FARC- EP, no fue una paz, fue un tregua.  Hablar de paz en Colombia es como hablar de riqueza en África o de agua en la Guajira, la paz es una ilusión a la cual se llega o se intenta llegar por el diálogo, palabra que no es habitual en Colombia.

La hecatombe viene desde la época de las imágenes a blanco y negro, del ferrocarril, de los embaladores, de la radio, las boinas, las pipas.  De los tiempos de Laureano Gómez, el general Rojas Pinilla, Mariano Ospina, Alfonso López Pumarejo, Dario Echandía, Alberto Lleras Camargo, Roberto Urdaneta y Guillermo León Valencia; aquellos que se dividían la presidencia entre los dos partidos más importantes y sangrientos, el conservador y el liberal. De los pájaros, de los 20 años que duró el período de violencia (1946-1966). De la expropiación de tierras, de los desplazamientos forzosos; desde ahí o desde los tiempos de nuestra independencia, siempre se han querido buscar beneficios partidistas, individuales y criminales a punta de sangre, masacres y cadáveres.

Independiente de la inclinación política, justificar a punta de violencia no es la solución, nunca lo será, por eso a veces defender ideologías son tristes paradojas. Como la paradoja de Alfred Nobel y el premio nobel de paz, con esa dinamita que Nobel inventó se han creado cráteres que dejan manchas y recuerdos de sangre para siempre. Es un país en el que el fin justifica los medios, y en la violencia se combate pero con el doble de violencia. Como dice la canción fragilidad de Milagros Piñera: “nada se logra con violencia, ni se logrará”.