agosto 21, 2019

CALI, ¿LA SUCURSAL DE DÓNDE

La capital de la salsa tiene un problema para nada musical: pobreza. ¿Sorprendido? Yo no, lo veo en cada esquina. Pero, ¿sabe cuál es el error? Precisamente ese, que nos hemos acostumbrado a que el prójimo nos dé lástima, pero no nos extrañe.

Nuestra ciudad es escenario de múltiples y clasistas ironías. Por ejemplo, el Río Meléndez; que, en su angosta cintura, separa el estrato 3 del 6 como si nada o los limosneros y vendedores informales afuera de las discotecas del Peñón. Y en la mitad e indiferentes, nosotros; algunos hasta derrochadores de ese demonio llamado dinero; que rige el mundo y que ha puesto, caprichosamente, a cada uno donde está.

No es tan complicado, solo hay que abrir los ojos a la realidad. Los estratos casi se comen entre ellos y a los caleños casi nos ahoga la desigualdad en la que vivimos. Yo, por mi parte, corroboro que eso cierto eso que dicen de que la economía, para poder ser, necesita pobres y ricos; ya que mi humilde experiencia me ha enseñado que siempre habrá alguien sirviéndole y trabajándole a otro con más plata.

Ese es el eje mayor de esta sociedad capitalista; que, constantemente, se encarga de hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres (linda función) y podemos estar en contra de eso, pero cada día la alimentamos como nos lo ordene; mientras nos ahogamos en este mar de marcas, productos y necesidades artificiales en el que se ha convertido el mundo.

¿Y qué hacen nuestros mandatarios al respecto? ¿Será que toda esa corrupción empobrece más a nuestra ciudad? Yo creo que sí, pero solo soy una ciudadana y mi voz es insignificante frente al imponente edificio de la Alcaldía. ¿Usted siente lo mismo?

Hace varios años, por ejemplo, recuerdo que los medios orgullosamente anunciaron: “Gobierno lanzó ‘Red Juntos’ para superar la pobreza extrema. Se invertirán cerca de 20 billones de pesos” (http://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/article-129034.html). ¡Qué modesto asunto! Pero, entonces, ¿por qué, después tanto tiempo, la seguimos encontrando en la calle? ¿Será que, para variar, también se perdió una “partesita” de esa plata? Y es muy triste porque cuando meten a un corrupto a la cárcel, no le solucionan la vida a los afectados.

“La corrupción de los gobernantes se refleja, directamente, en la pobreza porque el dinero destinado para obras sociales y demás es malbaratado por unos pocos que, a pesar de que tienen mucho, se la pasan robando”, es la opinión de una estudiante caleña que conozco, otra simple habitante de la ciudad, como yo.

Pienso que a la pobreza no hay que ignorarla y que para nadie es un secreto que, muchas veces, el que no siente que la sociedad lo beneficia, se vuelve contra ella. Muchos llegan de zonas aledañas a esta ciudad, ilusamente, buscando porvenir y lo único que conocen aquí son al hambre y a la necesidad. Así que de nada sirve que nos quejemos día y noche de la inseguridad de Cali y hasta de la invasión al espacio público por parte de los vendedores informales. Para todo esto hay una causa (aunque no lo justifica) que cada día crece y que, tal vez en un futuro no lejano, hasta nos haga olvidar de dónde es que Cali era la sucursal.