octubre 7, 2019

Su salto a la fama fue ‘María José’, el personaje que interpreta Juan Camilo Pulgarín, quizá la cara más representativa del dúo de paisas que han llegado ya a millones de personas en sus redes sociales con el invento de ‘Las Cardachians’, una parodia evidente a las famosas estadounidenses. Pero una vez que llegaron los patrocinadores y la plata, se les olvidó algo importante: la responsabilidad social que tienen con su audiencia.

Hace unos días la periodista Lorena Beltrán, ampliamente conocida por su lucha incansable contra los procesos quirúrgicos de garaje, le escribió vía Twitter a ‘Las Cardachians’ que a pesar de admirar su contenido y reírse con él, le parecía desafortunado que en sus redes sociales agradecieran por una rinoplastia al doctor Freddy Murcia, un ‘profesional’ que no tiene los estudios ni la especialización requerida para practicar una cirugía de tal magnitud.

Los influencers habían subido un post a Instagram detallando quién había operado la nariz de Pulgarín, claramente después de la avalancha de comentarios decidieron editar el pie de foto y agradecieron ‘al equipo del Dr Murcia’, sin embargo, nunca admitieron su error, solo se dirigieron a Lorena – quien había sido muy respetuosa – como estúpida y la señalaron de ‘hablar sin saber’.

El problema acá viene directamente con la responsabilidad social de una cuenta que en Instagram tiene más de 780.000 seguidores. Ellos dijeron que no era problema suyo que la gente no investigara antes de someterse a una recomendación de algún influencer, pero entonces ¿vale la pena creerles cada producto/marca/servicio que ofrecen? Porque al final el problema es nuestro, según ellos.

Claro que todos somos responsables de lo que consumimos, pero también somos conscientes de que si Carolina Cruz nos recomienda una crema para las arrugas es porque sabe que no nos va a quemar la cara, y si pasa lo contrario, según dicen estos personajes, Carolina Cruz saldría limpia de ese caso y pues no.

El problema es que a los influencers no se les puede tocar, ellos no se equivocan, nunca pierden una discusión, siempre son atacados y se hacen las víctimas. Pasó con Andrea Marmolejo quien, al estar conduciendo por las calles de Bogotá en PICO Y PLACA, dijo que los policías la estaban atacando y que no era justo que se le llevaran el carro. Cuando los usuarios le dijeron que de verdad era culpa de ella por andar en horario no permitido, a lo que respondió: hay gente que ‘quiere apagar mi luz’.

Algo parecido sucedió con Andrea Buitrago, una influencer que plagió la frase de una diseñadora y la usó en una línea de ropa para mujeres y niñas, y al ser descubierta acusó a las personas de usar la imagen de su hija menor de edad para dañarla. Demandó a una persona por mostrar la cara de la menor – cuando ella ya había publicado la misma foto – y dijo que no tenía idea alguna de lo que estaba haciendo así que simplemente hizo pataleta y se salió con la suya: sacó otra línea de ropa.

Ahora ‘Las Cardachians’ tomaron el mismo camino: minimizar el tema, calificarlo de una bobada, desprestigiar con argumentos pobres a una periodista que les habló respetuosamente y seguir su camino porque a pesar que algunas personas ‘los cancelen’ por lo sucedido, el impacto va a ser mínimo. Como cuando J Balvin colaboró con Chris Brown y cuando Rosalía usó piel de animales.

Los influencers tienen una responsabilidad inmensa al recomendar cosas, así como le pasó a ‘Rawvana’ cuando se descubrió que no seguía una dieta crudi-vegana y muchas personas la culparon por mentir y engañar a sus millones de seguidores recomendando cosas que no le estaban funcionando ni a ella.

Les duele. Les duele reconocer que se equivocan, que son humanos – porque a pesar de que digan que los usuarios los deshumanizamos, ellos mismos se ponen en un pedestal en el que nadie los puede señalar – y que también la embarran porque pueden perder patrocinios, publicidad y plata. Pero señores, los errores hay que asumirlos.

Un simple ‘tienes razón, lo aclararemos’ no les quitaba absolutamente nada, no les iba a generar ser tendencia por un error como ese, antes la gente lo iba a agradecer y no hubieran perdido algunos seguidores un poco más conscientes como Lorena, porque aunque ustedes la acusen de no leer y de interpretar las cosas mal, la torta era completamente al revés. No era necesario insultar, sacar lo más bajo para ‘defenderse’, solo necesitábamos una aclaración respetuosa y coherente que nunca llegó ni llegará.

A Lorena todo el apoyo. Su lucha y experiencia ha sido clave para seguir hablando de responsabilidad médica y salud mental en Colombia.

Y sigamos la recomendación más lógica y poco aplicada en todo internet: ‘stop making stupid people famous’ a ver si algún día dejamos de quejarnos cuando ya el daño está hecho.