5-noviembre-2019.

Cuando hablamos sobre de qué nos sirve ir al espacio podría pensarse que el estilo de vida de quienes salgan de la Tierra no tiene nada que ver con nosotros aquí y ahora. Sin embargo, creo que cómo vivirán los pioneros de Marte, nuestra Luna y las estaciones espaciales es un buen modelo de cómo deberá transformarse nuestro actual estilo de vida.

Más mujeres en ciencias y tecnología

Teniendo en cuenta que en los viajes espaciales es regla general que “entre más liviano, mejor”, es lógico que haya más demanda de astronautas femeninas. Ellas serán capaces de hacer el mismo trabajo que la mayoría de sus contrapartes masculinos pero aportando menos carga a la nave, tanto por su propio peso corporal como por la menor cantidad de provisiones (alimentos y oxígeno) que hay que llevar para mantenerlas.

Dado que en el espacio se necesita mucha mano de obra calificada en áreas técnicas, las astronautas más solicitadas serán aquellas con dominio sobre las llamadas STEM (sigla en inglés para Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Por eso preocupa que no haya suficientes estudiantes en los programas de ciencias e ingenierías, tanto en Colombia como en el resto del mundo. Ojalá más jóvenes se interesen por estas disciplinas, especialmente las mujeres, dado que su contribución va a ser muy valiosa tanto en este planeta como fuera de él.

Dos o más áreas de especialización por persona

Siguiendo con el principio de “entre más liviano, mejor”, se busca que los astronautas tengan más de una especialidad. Por ejemplo, entre llevar en una misión a un geólogo que haga trabajo científico junto con un médico que cuide al resto de la tripulación, es mucho más barato (en términos de peso y espacio) llevar a una sola persona que cumpla los dos roles.

Por eso se espera que más profesionales diversifiquen sus especialidades.  De hecho, muchas organizaciones están buscando perfiles profesionales con dos o más especialidades. Empezando por el obvio factor costo, éste es menor comparado con contratar a dos profesionales de áreas diferentes para un mismo equipo. Además, un profesional “combinado” puede aportar una visión más rica e integral de los problemas y sus soluciones. Por ejemplo, yo he trabajado tanto en Ingeniería como en Comunicación y he ganado títulos universitarios en ambas ramas, lo que me ha permitido aprovechar las herramientas de las ciencias exactas y de las humanidades. Solo un dato casual que dejo por aquí en caso de que alguien de SpaceX o NASA esté leyendo esta columna.

Consumir el producto local

Ya que transportar un solo gramo de masa desde la Tierra hasta la órbita del planeta y más allá es carísimo, tanto en términos de energía como de tiempo, en el espacio va a tocar usar los recursos locales.  Es por esa razón que el combustible escogido por SpaceX para enviar sus naves a Marte es el Metano (CH4), que junto con el Oxígeno (O2) líquido puede producirse en Marte con recursos locales como agua (H2O) y dióxido de carbono (CO2). Así, no hay que llevar el combustible para el viaje de regreso, sino que se puede producir en Marte y usarlo para regresar.

En nuestro caso también aplica el mismo principio. Por eso es preferible comprar productos locales, que no necesitan ser transportados por barco o avión desde distantes países donde se producen más barato, pero que implican una horrorosa huella de carbono en emisiones de CO2 a la atmósfera por cada viaje.

Autosostenibilidad

Finalmente, en el espacio toca ser autosostenible hasta donde sea posible. La razón es que esperar a que algo sea despachado desde la Tierra muchas veces no será una opción, como en el caso de una medicina para un astronauta enfermo. Teniendo en cuenta que las condiciones propicias para viajar a Marte se dan más o menos cada dos años, quien dependa de algo que sólo se pueda traer de la Tierra en menos tiempo podría morir, sin importar cuán rico o importante sea. Eso implicará que los pioneros de Marte, la Luna y otros cuerpos celestes cultiven su propia comida, produzcan su propio aire, fabriquen sus propias medicinas para depender lo menos posible de la Tierra.

Para nosotros esto se traduce también en la llamada autonomía alimentaria, según la cual seamos capaces de producir en nuestro patio o azotea algunas verduras, hortalizas y hierbas aromáticas que complementen nuestra alimentación. También que seamos capaces de reparar nuestros propios computadores, desarrollar nuestro propio software y producir nuestros propios contenidos, sin depender tanto de que otros países nos los vendan al precio o con las condiciones que nos quieran imponer.

Aunque muchos de nosotros no salgamos de la Tierra, podemos aplicar ya las lecciones aprendidas por quienes sí van a ir al espacio, y así mejorar nuestra vida y darle un respiro al mejor planeta que conocemos (hasta ahora).